Super 8: La tierra prometida

La Liga Nacional argentina, la competencia más jerarquizada de América Latina, tiene 23 años de vida y mucho para dar. Es notorio como el 2007 puede representar una bisagra para la Liga en la medida que se haga un profundo análisis de las cosas que deben repetirse y las que no.

“Lo mejor que no pasó hasta acá fue tercerizar los eventos como la Copa Argentina y el Super 8” le dijo en una nota exclusiva el Presidente de la Asociación de Clubes, Eduardo Bazzi, a Pick and Roll. ¿Esto habla bien de los organizadores privados o mal de ellos mismos?

Lo cierto es que cada día se demuestra más la eficacia de la tercerización. El cuadrangular final de La Copa Argentina en Rosario en el 2006, este año en Monte Hermoso, el Super 8 de Neuquén y este Super 8 Clarín de Mar del Plata (el posgrado de las organizaciones) han dejado la idea que se puede acceder a una liga mejor. Las finales entre Boca y Peñarol hablan de lo chapucera que puede ser nuestra competencia mientras lo único que importe sea salir campeón: A CUALQUIER COSTO.

Hubo largos tres meses de organización para vivir cuatro días intensos en Mar del Plata por parte de la gente de U1st quien posee los derechos del Super 8. Un despliegue de gente impresionante desde el número y enriquecedor desde la calidad. La llegada del gerente de la empresa, Chema Fernández Díaz, más los lineamientos criollos de un conocedor de la Liga como Ángel Ismael Cerisola, fueron el complemento que desencadeno en la fiesta que se vio.

Por un lado la organización deportiva. Hubo miradas de escepticismo cuando Quilmes y Peñarol no se enfrentaron en la primera fecha. Encima los dos equipos locales cayeron en la jornada inaugural. “Nosotros privilegiamos el sorteo deportivo, a la final llegaron los que tienen que llegar y no reviste más análisis que ese”, dijo Fernández Díaz.

Se puede argumentar que a la organización no la ayudó la suerte. Podrían haber buscado un choque clásico inicial para derivar en un equipo marplatense en semifinales. Pero también es una imagen de empresa mostrar transparencia.

Por otro lado la organización del evento. Nunca la Liga Nacional tuvo un evento de esta jerarquía y esta claro que el mundo ha cambiado bastante para abandonar los rastros del básquetbol romántico y en ascenso para convertirse en un show comercial. Justamente el costado de ámbito festivo, el glamour, el espectáculo y el deporte se dieron la mano para hacer del Super 8 un lugar donde encontrar más que 40 minutos de básquetbol. Se prestó el escenario, el clima, pero la gente le dio la espalda.

El resultado del análisis llegará dentro de un tiempo. “Luego que termine todo dejaremos pasar un tiempo y nos pondremos a reflexionar y sacar conclusiones, ahora es muy pronto, pero el torneo esta respondiendo a las expectativas”, nos confesó Chema Fernández Díaz en día de semifinales. De todos modos podría dividirse entre el éxito comercial, con la presencia de sponsors, palcos VIP y sala VIP repleta de personajes y una escasez de público en general. Esta visto que en una ciudad donde la Liga ya existe solo los motiva el club local. En este caso hay dos pero ambos se quedaron muy rápido fuera de competencia. Claro que si llegaban a la final quedaba chico el polideportivo.

Lo cierto es que el camino largo, el del trabajo, el de la organización, el de gastar primero para recaudar después es el camino correcto: el de tomar gente que trabaje profesionalmente y se dedique a organizar eventos, el de pensar primero en el público y los sponsors que en los jugadores. El de pensar que es más importante el espectáculo que el campeón.

Para los periodistas que trabajamos en el Super 8 fue Disneylandia, comparado con las peripecias habituales de trabajar en la Liga Nacional. Y U1st no hace magia. Solo puso las cosas en su lugar y se acordó que la difusión del torneo es una parte esencial del mismo. Recursos y comodidad para trabajar son dos aspectos que rara vez se dan la mano en la liga.

Para los siguientes años debe replantearse las ciudades sedes del evento y el dinero a repartir para los ganadores. La televisión debería como mínimo duplicar el monto. De lo contrario será difícil que los equipos le den la importancia necesaria, en el medio de la temporada.

El paralelo con las finales entre Boca y Peñarol es inevitable. Salir campeón es el resultado que la comisión de básquetbol profesional de Boca Juniors le tiene que mostrar a la Comisión Directiva de su club. Esto implica sea como sea. A Boca no le interesa el crecimiento del básquetbol. Le importa salir campeón. Mientras estas mezquindades sigan existiendo, la Liga no crece.

Peñarol también muere por salir campeón, por eso en vez de jerarquizar la prensa, o distintas áreas del básquetbol profesional de la temporada pasada a esta, incrementó en un 40% el presupuesto solo en jugadores y cuerpo técnico. Porque también solo le importa salir campeón, pero a diferencia de Boca juega en un estadio más lindo, lleva más gente y no vive del fútbol, nada más. Nadie es inocente en la Liga, todos son padres de la misma criatura.

La Copa Argentina es otro evento que se jerarquizó y creció. Tiene dos diferencias sustanciales con respecto al Super 8 y en ambos es en detrimento del espectáculo. En principio es más fácil de organizar porque son sólo cuatro equipos, pero también es más difícil de vender. Por eso lo organiza siempre un mejor postor. Y aquí radica la segunda gran diferencia. Mientras en el Super 8 hay año a año un crecimiento razonable en lo empírico por parte de la organización en la Copa Argentina siempre son novatos. La continuidad es clave para corregir errores.

La Liga Nacional sigue creciendo. Esto es un buen síntoma, a pesar que año a año cambian los socios. Por ahora crece profundamente del lado del aporte privado mientras que por los clubes el crecimiento es a paso de tortuga (cuando no es involución) excepción hecha para Regatas Corrientes, el club que mejor trabaja por fuera del ámbito deportivo.

Pablo Tosal
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