En su vuelta al círculo mayor del básquet argentino, Ferro no desentonó ni terminó de redondear una muy buena temporada. Hizo pie de nuevo en la Liga Nacional y se salvó del descenso, lo que no es poco y le permite redoblar la apuesta en la 2016/2017.
Autor:Leonardo Chianese (@leodeflores)
La previa
Ferro había tocado fondo cuando llegó a la segunda división del básquet porteño. A partir de allí lo único que podía hacer era subir, y lo hizo. Llegó al Torneo Federal por méritos propios, armó un gran equipo aunque perdió en una serie memorable ante Estudiantes de Olavarría. Compró plaza de TNA, armó otro gran equipo, pero fue derrotado por Instituto. El dinero estaba, la gente también, la plaza de Ciclista también, y Ferro se tiró otro pleno comprando lugar en Liga Nacional.
La pretemporada fue una muestra gratis de lo que sería la temporada de Ferro. Con un plantel de nacionales económico pero rendidor (Amicucci, Rasio, Portillo, Tantos, Maldonado) y algunas apuestas interesantes como Cuello, el conjunto de Castiñeira tendría su talón de aquiles toda la temporada en sus extranjeros. De hecho llegó a cortar foráneos antes mismo de su debut oficial en la Liga Nacional. Pero las expectativas estaban y el presupuesto también, por lo que Ferro iba a la lucha.
La primera fase
A Ferro le tocó un comienzo complicado (San Lorenzo y Gimnasia afuera, más Obras de local) para un equipo debutante y en formación, pero esas tres derrotas no desmoronaron la estructura del Verde. Oeste le ganó a Lanús de local, luego triunfó en Boca y Bahía Blanca, y llegó a un 3-3 que le empezaba a dar tranquilidad. El tridente Gaskins - Clemente - Pellot era confiable, aunque el 4-5 del final de la primera rueda de la etapa inicial del certamen no era el soñado. Había que mejorar.
Alternando buenos partidos con malas presentaciones casi en idénticas proporciones, Ferro llegó a estar 8-8, pero falló en su visita a Mar del Plata, cayó ante Quilmes y Peñarol y cerró la primera fase de la Liga Nacional en 8-10. No clasificó al Súper 4 Circus (algo que nunca fue objetivo), pero las ocho victorias le daban un buen colchón pensando en el descenso. A esa altura ya no estaba Pellot y sí un casi intrascendente Maye, por lo que el problema de foráneos continuaba.
La segunda fase
El comienzo de la segunda fase fue, quizás, el punto más bajo de Ferro en la Liga Nacional 2015/2016. Con apenas una victoria en seis encuentros, y tres derrotas seguidas, Oeste se fue de vacaciones con un escaso 9-15 que ya le empezaba a traer problemas con el tema del descenso a medida que crecían rivales directos como Lanús o Quilmes. Las fiestas traían la obligación de un replanteo, y Castiñeira lo hizo, por lo que Ferro fue otro en el comienzo del 2016. Y su gente lo agradeció.
Con cuatro triunfos en sus primeros ocho partidos del 2016 (incluyendo visitas complicadas a Junín, San Lorenzo, Formosa o Corrientes), Oeste quedó en 13-19 y sabiendo que hasta podría llegar a colarse entre los seis de arriba. Luego llegarían cinco victorias en los próximos siete partidos, Ferro tenía un más que respetable 18-21 y, ya sin Trevor Gaskins ni el lesionado Amicucci, se empezó a ilusionar de la mano de un Ryan Amoroso que le empezó a dar una importante mano a Ramón Clemente.
Pero todo se oscureció con seis derrotas seguidas. Ferro era un serio candidato al descenso, aunque paralelamente podía clasificarse ya que la brecha en la tabla de la Conferencia Sur era corta. Oeste quedó sexto gracias a los dos partidos en los que la rompió Lampropoulos, pero perdió en la Bombonerita y llegó a la última fecha pudiendo clasificar o descender. Goleó a Lanús, pero Argentino de Junín hizo lo suyo, por lo que la temporada de Ferro llegaba a su fin con el objetivo básico cumplido.
Aspectos positivos
Logró el objetivo primario en lo deportivo. Si bien Ferro no es el caso típico de un equipo ascendido del TNA (primero porque no ascendió dentro de la cancha ni al TNA ni a la Liga, y segundo porque tenía un buen presupuesto), se sabe que la mayoría de los equipos necesitan hacer pie, conocer el certamen y luego tirarse a más. Si bien pudo haberse clasificado y no lo logró, mantuvo la categoría y eso le da plafón para ir por mucho más el año que viene con muchos fichajes ya confirmados.
Muchos aspectos fuera de lo deportivo. Paralelamente al equipo en sí, Ferro trabajó bien en cosas como la venta de abonos, prensa, el vip para abonados, dirigentes y sponsors. Son pequeñas cosas que no se ven adentro de la cancha ni influyen en la posición final en la tabla, pero que suman mucho, especialmente pensando en el rumbo que quiere tomar la Liga Nacional a futuro. Para imitar y aplaudir, además de redoblar esfuerzos el año que viene, junto a un equipo mucho más competitivo.
Algunas reformas en el Héctor Etchart. El viejo reloj del mítico escenario de Caballito fue jubilado y reemplazado por uno mucho más moderno que incluye los nombres de todos los jugadores, los escudos de los dos equipos que están jugando y demás. Además, se trabajó bien con dos entradas totalmente separadas para las parcialidades local y visitante, para no repetir viejos incidentes que Ferro tuvo cuando jugaba en el Torneo Federal, como por ejemplo ante Vélez. Son más cosas que sirven.
Aspectos negativos
No clasificó a los playoffs. Dentro de una Conferencia Sur que tuvo el quinteto de arriba muy bien delimitado y una sexta posición casi de regalo pensando en los playoffs, Ferro no pudo conseguirla. Boca sin Freeman nunca fue el mismo, Lanús y Quilmes no terminaron de consolidar sus remontadas, pero el que se quedó con ese último cupo fue Argentino de Junín. Seguramente la partida de Lampropoulos influyó, pero el griego solamente jugó dos partidos. Queda ese gustito amargo de poder clasificar y no lograrlo.
Los recambios de extranjeros. Obviamente a escala, pero Ferro tuvo el mismo problema que San Lorenzo. Con una billetera generosa, Oeste apostó por jugadores conocidos que no rindieron (Gaskins, Coleman, Pellot Rosa) y entró en el trueque de manera compulsiva cuando las victorias no terminaban de llegar en gran cantidad. Parecía haberlo logrado con Lampropoulos, pero el griego dejó el país por la salud de su padre. Al menos, el triunfo ante Lanús le evitó el mal mayor de tener que jugar por el descenso.