Gabriel Milovich fue uno de los internos más intimidantes en los comienzos de la Liga Nacional. Ahora, su hijo Máximo, sueña con repetir la importante carrera de su padre. El chico juega en los U15 de Obras y en diferentes selecciones y lo cuenta en esta nota con el Departamento de Prensa del club.
Tras finalizar el 2014, el alero de Obras Máximo Milovich se encontraba en la disputa del Campeonato Argentino en la ciudad de Santa Fe para el seleccionado de FeBAMBA, luego de haberse preparado durante cinco meses. Milovich tuvo la oportunidad en Enero de ser convocado para la selección Argentina U14, ciclo en el cual estuvieron una semana concentrados en el CeNARD con miras a disputarse los Juegos Pre-Sudamericanos en la ciudad de Ancud en la isla de Chiloé (Chile).
Allí ganaron todos sus juegos y alcanzaron el título de campeones. Posteriormente, en marzo, fue convocado por la CABB al campus de perfeccionamiento que brindó el entrenador Carlos Duro. Un tiempo después fue citado al Plan Altura y en la primera semana de las vacaciones de invierno lo volvieron preseleccionar para el conjunto argentino, donde nuevamente estuvieron reunidos en el CeNARD una semana a cargo del director técnico “Lobo” Fernández. Por supuesto, todo ello sucedió sin alejar la mirada de su equipo Obras Basket U15.
-¿Cómo viviste la noticia de tu primera convocatoria?
-Me sorprendió muchísimo porque pensé que no iba a llegar tan rápido. Sentí muchas expectativas por conocer a mis futuros compañeros que venían de todas partes del país. Me enteré unos días antes de fin de año y fue el mejor regalo para terminarlo.
-¿Qué cambios notaste desde que comenzaste las convocatorias?
Cambio muchísimo mi vida, ya que sé que tengo que dar lo mejor de mí siempre, porque no tengo ningún lugar asegurado. Y si por ejemplo dejo de entrenar unos días o me voy de vacaciones, pierdo juego, estado físico y mi lugar me lo tengo que ganar. Igual disfruto lo que hago y me da mucho placer de que todo mi esfuerzo sea reconocido.
-¿Y en cancha qué diferencia notaste?
-Lamentablemente no pude jugar ningún partido en Chile, porque justo el día que íbamos a debutar me contagié de paperas, pero por supuesto que tuve enseñanzas y aprendizajes. Primero el hecho de poder vivir lo que es una concentración, lo que fue una experiencia única. Convivía las 24 horas con mis compañeros y aprendí a diferenciar mi relación dentro y fuera de la cancha con ellos.
-¿Y tu cariño con el básquet cómo y dónde comienza?
-Luego de que mi papá jugara quince años en la selección argentina y, desde que nací, él me puso la pelota al lado, pero yo no estaba muy entusiasmado. Cuando empecé a encariñarme más con el básquet fue cuando yo tenía entre cinco y seis años e iba a ver a mi hermano a jugar a Obras. Ahí fue cuando comencé a picar mis primeras pelotas. Aunque todavía tenía la incertidumbre de arrancar a entrenar, pero después de un pequeño empujón de mi viejo a fines del 2009, me federé en Obras y empecé a entrenar.
-¿Qué destacás de todo lo elaborado hasta el momento a tu corta edad?
-Bueno que tengo la expectativa de seguir trabajando y mejorando. De esta manera, poder dedicarme a lo que más me gusta: el básquet.