OPINIÓN. La Liga Nacional de Básquetbol sufre, como todos, el huracán (ya no “viento”) de cambios en el país. Y todos sabemos la avalancha de problemas que están cerrando el nefasto 2001 en donde el hito...
Autor:Pablo Tosal
Nuestro torneo basquetbolístico, siempre orgulloso desde su creación por ser considerado en un mapa tan grande y disimil como el nuestro, el “más federal” de los campeonatos deportivos argentinos, ha sido arrastrado por las decisiones del palacio de Hacienda en sus 15 años de vida y, si ha aguantado televisión mediante, hoy se encuentra ante otro dramático desafío de subsistencia.
Es que ya venía muy golpeado por malos manejos administrativos de muchos de sus socios Y ahora la caida de sponsors, o directamente su ausencia; las últimas imágenes del naufragio de Cavallo y la posibilidad de muerte de la convertibilidad, le ponen por delante otro sino complicado de dilucidar sin hacer perder, a la competencia, su real sentido.
Hay que recordar que el 70% de los presupuestos de cada institución de primera A surge del acuerdo con Torneos y Competencias. Que los clubes tienen empleados jerarquizados (los jugadores extranjeros) cuyos contratos son en dólares y que el ingreso extra (venta de entradas y pago de publicidades) se ha visto alarmantemente disminuido en los últimos tiempos y con obvias posibilidades de agigantarse la semana que viene, cuando alguien disponga del nuevo proyecto económico/financiero de la Argentina 2002.
La AdC citó a la categoría mayor a una reunión el miércoles 26 para tratar los “honorarios de los foráneos”, pero seguramente habrá otros temas candentes en la mesa partiendo, lógicamente, de una pregunta que merecerá atención excluyente: “¿Cómo seguimos?”. Y la respuesta estará una vez más atada al devenir de las decisiones gubernamentales del país.
Cuando el ingeniero Mancini decidió traer al cowboy Wasley en 1976 para revolucionar con su Obras Sanitarias al básquetbol metropolitano, logró su objetivo. Dos años después ya era natural en cualquier ciudad del pais ver a las torres morenas que reforzaban el equipo del barrio en torneos simplemente locales. Capital Federal tenía elencos hasta con 5 foráneos (Boca), en Pergamino aterrizaba un avión con 20 estadounidenses, la mítica revista Encestando de Bahia Blanca publicaba en tapa una foto con 30 norteamericanos y Mar del Plata admiraba a Criss, Micevícius y Holloway, entre otros.
Pero a principios de los 80 vino el aumento de un dólar mentiroso y hubo estampida general. La Liga, a fines del 84, desde la mano de Don León Najnudel (Bendito seas), con la democracia alfonsinista en su apogeo, recuperó a los importados y fue creciendo organizativamente, quizá a contramano de los avatares de las diversas crisis monetarias.
Pero con ingenio, vivió y se reformó acorde a los tiempos. Su esencia, es decir lisa y llamamente los jugadores, acompañados por sus técnicos, exigieron con sus progresos, que el torneo se mantuviera y dieron un salto de calidad que dio la posibilidad de continuar, muchas veces, en lo organizativo, con remiendos. Pero hoy la historia de la Nación pone a la Liga en otra encrucijada. Por citar un solo caso, Peñarol decidió rebajar sueldos y permitirle a Pittman y Prickett unas minivacaciones impensadas cuando apoyó un calendario que impidiera, justamente, que los extranjeros se fueran para las fiestas de fin de año.
Claro que hoy nadie en el pais puede tomar decisiones y, mucho menos, si parten de una ecuación económica. ¿Cuánto valdrá el dolar el miércoles 26 cuando alguien de la AdC tire sobre la mesa la pregunta de “cómo seguimos”?. Y no es que seamos obtusos y pensemos solamente en el básquetbol. Nadie, ningún jefe de familia, sabe qué país lo espera aqui nomás a la vuelta de la esquina, inmediatamente después del brindis del 1 de enero.
Por amar el básquetbol y gozar la Liga, hemos pedido siempre desde nuestro puesto de trabajo periodístico, ideas generadoras de la perfección organizativa. Hoy, creemos que la postura inicial debe ser muy mesurada, acorde a las circunstancias. Que los dirigentes, tan argentinos como nosotros y por ende, tan preocupados por su propio futuro y el de sus familias, puestos de trabajo, comercios y/o empresas, tengan la mente fría para buscar una salida prolija que no raye lo dramático, pero que mantenga el torneo aún en un estado de humildad (¿prescindir de los extranjeros?) buscando ir creciendo como, rogamos, queremos y apoyaremos, vaya creciendo la República Argentina de una vez y para siempre.