Punto Final

Espiar el futuro siempre es más una materia metafísica que un hecho concreto. No hay dato específico que avale opinión alguna. Quilmes puede jugar la final de la liga con Javier Bianchelli como técnico, así como puede perder en tres partidos en el primer cruce de Play Off.

Pero tampoco se puede legislar para atrás. Los que toman decisiones se equivocan, pero con la prudencia de no volver a tropezar con la misma piedra. Pues bien, en este punto hemos de detenernos.

La liga 2002/2003 para Quilmes fue más un calvario que una alegría. Para buscar un buen panorama de situación hay que ejercitar la memoria. Luego de un honroso 8vo puesto en la primera temporada desde el ascenso, el finalmente campeón Estudiantes de Olavarría lo dejó en cuartos de final y Quilmes hizo un excelente papel.

Al año siguiente jugó semifinales con Libertad de Sunchales, luego de abrazarse a la gloria tras haber dejado afuera en cuartos de final a Atenas de Córdoba por primera vez en la historia. Situación que repitió en la 2001/2002, cuando perdió con Estudiantes de Olavarría en 5to juego.

“Si nos quedabamos con los extranjeros salíamos campeón” dijo hace 5 días atrás Oscar Sánchez al programa “Juego Limpio” de Juan Carlos Morales. Pero la dirigencia del club liberó el contrato de los americanos para no correr riesgos económicos.

Es bueno reconocer que el efecto Quilmes en la ciudad fue pura efervescencia. Muchos centímetros en los diarios, segundos de aire en la radio y valiosos segundos de pantalla en la televisión.

Con todo el viento a favor hoy solo quedan ruinas de lo que pudo haber sido un imperio. Cuando hubo que apostar a ganador, retiraron las fichas del paño.

Para su poca suerte, los dirigentes se equivocaron en la elección del técnico yendo a buscar a un entrenador que hacía tres años que estaba fuera del circuito, desconocía los jugadores, no estaba actualizado y jugaría su primera liga de 24 segundos. Todo eso para reemplazar a un símbolo como Oscar Sánchez.

Y sucedió lo inevitable: el auto chocó. Los dirigentes armaron un equipo potencialmente bueno en nombres, corto en relevos y apostaron a que Daniel Farabello vuelva.

Cuando el auto empezó a andar la escasa autocrítica de su entrenador no sirvió para corregir defectos. Quilmes se volvió el equipo más previsible del torneo y cuando Llegó tardíamente el extranjero, el equipo de Pedro Escarain ostentaba el bochornoso título de peor equipo del certamen (estaba 15º), descartando al impresentable Andino.

Sólo la magia de Josh Pittman pudo hacer que Quilmes comience a ganar partidos en forma consecutiva, situación analizada oportunamente (Nota “radiografía de un milagro” publicada en este misma página).
A comienzo del nuevo año, la situación extra deportiva entre los barras del club con el técnico y los dirigentes se tornó insostenible. En la medida más feliz que tomaron, alejaron a los violentos de la cancha, pero también se alejaron ellos ¿Cómo se puede criticar al equipo si no van a verlo?

El caldo de cultivo era suficiente para tomar el golpe de timón y echar al técnico si se pretendía cambiar (“Si querían buscar un cambio deberían haberlo hecho en Enero”, dijo el Propio Escarain) Pero nuevos argumentos económicos privaron en la decisión.

Todo hacía suponer que viajaban con paso firme, aunque entre penumbras, al final de la liga, pero nuevamente la sorpresa. El técnico se fue despedido a falta de un ida y vuelta contra un mismo equipo y luego los Play Off. “Ahora queremos ver cambios”, le dijo un dirigente a Pick and Roll.

Da la pequeña sensación que a la dirigencia de Quilmes le gusta la adrenalina de caminar por la cornisa. Si el equipo llega a la final (y verdaderamente tiene material para hacerlo) deberán colgar banderas de perdón, como a Bilardo en el ´86. Pero la realidad al 24 de abril de 2003, indica que el reloj está por marcar las doce y la campanas de despedida están por sonar.

Si el tiro del final no sale bien, las chances de error, de una dirigencia austera y que lo ha probado todo, se cierran. De allí en adelante solo queda esperar que pongan las mismas fichas de antes en el paño, para volver a acertar un pleno. Como hace tiempo no se ve.

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