Lo que el viento se llevó

La argumentación es una sencilla tarea de defensa de nuestras creencias. Se puede estar a favor de Dios o en contra, ser de izquierda o de derecha. No importa de que lado de la vereda se está, por lo general el convencimiento ciego nos hace creer en el regocijo del camino tomado.

De tal manera se puede afirmar que la temporada de Peñarol fue buena. Y los argumentos brotarán de cada sector del Polideportivo.

Se puede afirmar que la temporada de Peñarol fue mala. Y los argumentos brotarán de cada sector del Polideportivo.

¿Es que no hay un termino medio?, ¿Un concepto que nos lleve a la realidad?

Depende del intérprete. Lo que para los dirigentes fue un éxito para los hinchas estuvo muy bien, para los periodistas fue regular y para los rivales un fracaso. Según el ángulo. Y todos tendremos eternos argumentos.

Los dirigentes nuevos que tomaron una braza caliente, se juramentaron no dejar a Peñarol en la deriva. NO por empresarios, no porque hayan visto un negocio con esto, sino porque su condición de hinchas los llevó a involucrarse.

Con el bien ganado descrédito de las Comisiones anteriores, que de tanto quererlo lo llevaron a Peñarol a meterse en los balurdos más inverosímiles, los nuevos dirigentes armaron el equipo con lo que tenían y lo poco que el mercado les ofrecía.

A final de temporada el desfasaje económico, por no tener un solo peso de la televisión es de más de 50 mil pesos. Todo salió de la publicidad y la venta de entradas. No esta mal. Se salvó la categoría y se perdió poco. Los jugadores, según dicen los dirigentes, ya firmaron el libre deuda.

Para los jugadores y Cuerpo Técnico existe la creencia que se alcanzaron los objetivos y que sobretodo se pudo dar más. Para ellos fue un trago amargo no pasar la instancia de reclasificación. Fueron los responsables de que Peñarol sea el equipo más goleador del Torneo y el más goleado (exceptuando al impresentable Andino).

¿Estos jugadores no saben defender?, la lógica invita a pensar que el diagrama original del equipo lo dibujó Daniel “Zeta” Rodríguez, con su filosofía de correr y tirar sin posiciones fijas.

Pero el nuevo Cuerpo Técnico se plateó una reestructuración del equipo y creyó que dándole orden ofensivo, la defensa debería acomodarse por consecuencia directa. Peñarol fue el segundo equipo en recuperos en la liga: 10.8 por partido. Y sin embargo jamás defendió por debajo de los 80 puntos.

Por otra parte todos los ajuste tácticos en defensa implementados por Richotti no fueron llevados a la práctica por los jugadores. En básquetbol el técnico tiene una incidencia vital sobre la suerte del equipo (casi como en ningún otro deporte), pero son los jugadores lo que ganan campeonatos o descienden.

Y fueron los jugadores los que dieron todo tipo de ventajas a la hora de defender. El duelo de rebotes en la serie con Gimnasia de Comodoro era la clave, y en el sur, en dos partidos, la diferencia fue 40 a 20. Por más que al mono se lo vista de seda....

Es bueno destacar que no fue falta de actitud, sino de aptitud (capacidad).

Si elaboramos una imaginaria libreta de almacenero y trazamos dos columnas, una del “debe” y otra del “haber”, seguramente en la del “Debe” encontremos más ítems.

Quizás el pequeño análisis de los que brindaron los responsables deportivos de la campaña se cierre con un aprobado. Pero apenas alcanza para decir que fue un aprobado de los alumnos que estudian a conciencia de que el profesor es bueno y no los va a aplazar y solo quieren zafar. Esta liga devaluada permitió que el equipo sobreviviera sin naufragio.

Por último los hinchas. Los dirigentes apostaron todo a que los hinchas de Peñarol harían el esfuerzo de ver al equipo en las malas y en las re contra malas para sacarlo del pozo. Pues Bien se equivocaron. NO porque los hinchas se hayan olvidado de Peñarol, sino porque la diferencia entre ir a ver un equipo deslucido y apoyarlo, es puramente económico.

La contratación de Marcelo Richotti fue un golpe correcto para los corazones de los hinchas. “Quiero recuperar la mística de este club” dijo el gran capitán a su llegada. Fue un análisis perfecto de lo que trasmitía el equipo. ¿Lo logró? Por lo visto en el último play off, NO. Aunque ganó el mini torneo con Quilmes y el clásico más caliente del año (Con Pittman y sus 51 puntos).

¿Pero que es lo que vio el hincha? O ¿Qué es lo que quiere?

Ayudemos la respuesta con las palabras del cronista Monsieur Perichon “El hincha no razona... se limita a sentir a su club (...) El hincha es realmente un dogmático. Cree porque cree. Su raciocinio rudimentario escapa la gravitación de otro fuerza que no sea la ciega pasión por su club. Frente a la realidad formulará las consideraciones más pueriles, y absurdas para sacar adelante sus tesis siempre favorable su pasión. En presencia del contrincante ocasional nunca se declaró vencido y cuando la fuerza incontrolable de la lógica lo haya arrojado a un rincón, surgirá de sus cenizas retóricas la definitiva mala palabra con la cual cubrirá suciamente su honrosa retirada (...) En realidad, el hincha es un hombre que vive y se desplaza en una única realidad: La que crea su fantasía personal”.

En el marco de ese análisis, uno debería decir que el hincha de Peñarol solo apoyó al equipo porque ese fue su deber. Es verdad, y recibió muy poco a cambio. La llegada de las “lobitas” fue un buen golpe de efecto para el show, pero insuficiente para la convocatoria.

La última imagen de esta película graficó la temporada. Los jugadores corriendo al vestuario para defender la camiseta y pantalones que los pibes “roban” tras cada temporada. El público sin aplausos se fue en 15 segundos del estadio. Y el partido que antecedió esta escena fue el reflejo de un equipo abúlico que, siempre tarde, se acordó de jugar.

Se guardaron las banderas, se acabó el papel picado y las pasiones reposarán hasta la próxima cita. Sin pena ni Gloria se fue la temporada para Peñarol, que por más que buscó en su pasado no encontró las noches de glorias y temperamentos que algún viento se habrá llevado.

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