Un triunfo de la gran siete

El primer concepto del básquetbol, fuera de la tecnocracia que se lo quiere meter, es se gana metiendo más goles que el rival. León Najnudel lo decía y no hay mas certeza que esa.

Quilmes fue un fiel reflejo de dicho concepto, jugó a puro vértigo, equivocó varias veces los caminos, caminaba cuando debía correr y viceversa, va a una velocidad y vuelve a otra, pero su poder de fuego es letal. Sin ser peyorativos: juega a la carga barracas, pero mete mas puntos que el rival. Punto y aparte.

Peñarol buscó el partido como equipo, sabiéndose inferiores en los papeles sabía que gran parte de sus chances era jugar dentro del ritmo que le convenía, maquillar los errores y potenciar la virtudes, defender y pasar bien el balón, en definitiva. El monocromático panorama de la perfección era la única salvación.

Pero Quilmes impuso su juego. Tiró 17 triples en el primer tiempo y 15 dobles. Todo salido de la confusa organización ofensiva, pero así le va bien. En cambio Peñarol... Peñarol busca gol en algún rincón.

Vamos al orden cronológico:

El primer cuarto fue parejo, porque Ruperto Herrera (9 pts, 2 asistencias ) y Amos Gregory (7 pts, 7 rebotes y 3 asis.) se prestaron al pelota entre ellos. Gray y Bell lo sufrieron.

Alejandro Pepiche lo bancó a Sánchez en el inicial y se jugó por un equipo bajo con mucho gol. Perdía en la defensa de los internos pero ganaba en ataque. Y no se equivocó. En los primeros 10 minutos, Quilmes repartió el goleo entre 6 jugadores.

El quiebre del partido se produjo en el segundo cuarto. Juan pablo Sánchez comenzó a desarrollar un noche de ensueño. Lo dejó en ridículo a Jones, que sufrió su marca, y además se anotó en el goleo (8 pts en el parcial).

Amos Gregory, muy cansado, se ganó el banco de los suplentes y Peñarol se desdibujo. Peor aún, se cayó a pedazos. La rotación de Silvio Santander no le aportó nada. Peñarol sin brújula perdió 7 balones y Quilmes pudo correr el contraataque. Fue un baile. El segmento lo ganó el cervecero por 29-9. ¿Ya estaba definido el partido?

Los primeros cinco minutos del tercer cuarto fueron un largo bostezo. Si hasta las hinchadas se aburrían (hubo 4500 personas). Pero de apoco comenzó a tomar calor el clásico. Leo Diebold se calzó la ropa de goleador y hacía los que sus compañeros no. Salvo Herrera, que jugó el mejor partido de sus últimas dos temporadas (8 pts en el cuarto)

En defensa, Peñarol no quería sufrir más con los triples y ajustó en el perímetro. Entonces Gray demostró que tiene una calidad que excede la media. Entre el Lobito , Prego y Bell sumaron 3 puntos y otra vez Juan Pablo Sánchez (8 pts en el cuarto) sacó la cara por todos.
Para el tramo final la diferencia era de 17 : 53-70, pero la señal Peñarol la envió: ganó el tercer cuarto por 4 (21-17).

Después de probar todas las variantes posibles: cuatro perimetrales, tres altos, doble base, con 5 nacionales, con Herrera y los dos extranjeros, Santander encontró el equipo sobre el final. Minzer en la marca, y Cavagna goleando, el renacer de Aguirrezabala, siempre Diebold en todos lados y Herrera como estandarte. Peñarol se vino.

Quilmes demostró que no sabe todavía administrar el balón, se vuelve fastidioso, y como no miró el aro con la misma confianza que antes, se quedó en el goleo. La ventaja de 15 puntos (66-81) a falta de 4 minutos parecía lejana, pero se desmoronó.

Tres triples seguidos de Cavagna levantaron la moral milrayitas, y su equipo sacó pecho. Por contrapartida Quilmes no tuvo respuestas con Prego (0 pts) y Bell (4 pts) y otra vez la dupla Gray - Sánchez (11 entre ambos) soportaron la mochila del partido en ofensiva.

Diebold se peleó con Milton y le sacó un técnico ( muy vivo Diebold) y levantó cada vez más a los suyos. Un triple de Aguirrezabala puso el partido a dos: 79-81. Pero a falta de 1 minutos 05 segundos, Juan Pablo Sánchez contestó con otro mazazo de tres puntos (79-84) en el momento más caliente del partido.

De allí en más Quilmes pudo dominar los nervios de no perder un partido imposible (noble mérito) y cerró el juego. Quedará en la vereda de la subjetividad pura (hasta donde alcance la pasión) el hecho de saber si Peñarol levantó porque Quilmes se confió o por méritos propios de su juego.

Quien esto escribe ve culpas y virtudes compartidas, pero es cierto que Quilmes siempre tuvo el termómetro del encuentro en sus manos. Todavía no sabe jugar control y Peñarol con mucho corazón (saliendo de su juego paciente) lo atropelló en el final.

El clásico, como siempre, no fue uno más. Alimentó la rica historia entre ambos. Una historia que tiene la revancha a la vuelta de la esquina.

Peñarol (83): Leonardo Diebold 16 (x), Robie Jones 2, Martín Aguirrezabala 9, Ruperto Herrera 27, Amos Gregory 7 (FI), Héctor Minzer 4, Fernando Cavagna 13, Nahuel Calvo 5, Marcos Mata 0. DT: Silvio Santander

Quilmes (90): Gustavo I. Fernández 7, Juan Pablo Sánchez 23, Diego Prego 13, Milton Bell 14, Evric Gray 22 (FI), Martín Vaquero 8, Luis Cequeira 3, Julián Espeche 0, Claudio Chiappero 0. DT: Alejandro Pepiche

Parciales: 23-24, 32-53 y 53-70
Árbitros: Eduardo Bellón y Javier Mendoza
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (local Peñarol)

Milton caliente

Cuando todo era euforia por el triunfo, Milton tomaba el triunfo con serenidad, humor y un dejo de bronca: “Esta mañana me levante, abrí el diario La Capital y vi un foto mía, donde estoy tirado en el piso, y decía que yo nunca gané un clásico (NdR: ayer fue su primera victoria), entonces eso me motivó, me puso las pilas, así que yo quiero agradecer a quien escribió la nota”.

Más tarde tuvo palabras sobre el altercado con Leonardo Diebold: “Yo simplemente le dije que lo quiero, y que quería juntarme a charlar a solas con él, sin nadie que lo defienda. El basquet tiene sus cosas, pero el se pasa de la raya. Piensa que es muy inteligente porque es mañoso, pero no es inteligente por hacer lo que hace”.

Por último regaló un par de frases con el sello Milton Bell: “ Estaba muy tranquilo en mi casa, no hubiese venido sino no es para salir campeón. Yo soy un hincha de Quilmes más y vamos por el campeonato”

Juan Pablo, el dueño de los Aplausos

Se robó toda la atención de la prensa, robó protagonismo, robó entre pares. Fue el goleador de un equipo de estrellas anotadoras. La noche soñada para un jugador a Juan Pablo Sánchez (y su humildad), no le quita el sueño: “Estuve nervioso al principio, no quería que los nervios intercedan en mi juego, pero logré soltarme a medida que corrían los minutos. Estoy contento con mi actuación, es cierto, pero más feliz me pone que el equipo esta bien y estamos ganando”

Luego Agregó: “La levantada de ellos fue culpa nuestra, nosotros los dejamos venir, nos confiamos en la ventaja, pero pudimos cerrar bien el juego. Fue una victoria muy importante para lo que viene”.

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