La tristeza de no ser

Para encarar un análisis de la gestión dirigencial es necesario juzgar por los resultados a partir del proyecto inicial que la dirigencia propone. Pero existe antes un marco previo que es bueno aclarar.

Verticalismo: ese mal necesario.

Brevemente es necesario hacer un repaso a la historia del deporte que tiene un desprendimiento histórico del entrenamiento militar. En la antigüedad practicaban deportes las clases altas y la milicia. La Educación Física en nuestro país tiene una raíz estrictamente militar. El deporte comparte también con la milicia una sinnúmero de palabras en común: Ataque, defensa, estrategia, táctica, victoria, derrota, etc.

Entre todas las relaciones del deporte y el campo militar existe una saliente: el verticalismo; es decir el mando en cadena. Una persona que ordena, otra que cumple.

El deporte profesional contemporáneo no está exento de este precepto. Bien puede ser una persona (Presidente) o varias (Comisión Directiva), pero la raíz de mando en su más alto rango responde necesariamente al éxito o al fracaso de la gestión en curso.

Ejes de discusión

Los dirigentes de clubes de nuestro país deben tener en cuenta cuatro ejes esenciales a la hora de entablar una gestión: Política social, Política económica, Política Deportiva y Política de medios.

No puede otorgársele un orden lógico en las prioridades, pero de todos los análisis posibles, queda exento (por no ser material de estudio de quien esto escribe) la política social. Entonces podremos hablar de las otras tres: deportiva, económica y Medios.

El proyecto original

Los Estados Unidos de Norteamérica, el país que hoy gobierna el mundo, generó una Política sobres todos los ejes de mando que pertenece al país, no a una gestión gubernamental. EE.UU. no es ni de los demócratas ni de los Republicanos. Gane quien gane siempre el lineamiento es el mismo en su esencia. Este caso paradigmático es el que usaremos como ejemplo.

Retrayendo el ejemplo a la gestión de un club, lo primero que se debe analizar es cuál es la idea de Gobierno, indistintamente quien esté en la Comisión Directiva.

Mar del plata, ese gigante dormido

La ciudad de Mar del Plata es la tercera en población (700 mil habitantes) del total de ciudades que hoy tiene la Liga Nacional y sufre las inclemencias de un país en crisis, como en todas partes.

Tiene Industria, comercio, turismo, así como también una intensa vida social, deportiva y cultural. Tiene comunicación por vía terrestre (Omnibus, trenes) y aeropuerto. En síntesis tiene todos los ingredientes para ser una gran plaza de Liga Nacional. Y tiene en manos de Peñarol un solo campeonato ganado.

En 12 años de liga los dirigentes no pudieron dejarle nada al club que forme parte del patrimonio. Un ómnibus, un estadio, una casa de reclutamiento, una cantera propia de donde nutrir el equipo de liga, un superávit anual para pagar otras disciplinas, nada.

En los últimos 12 años de liga pasaron por las arcas de Peñarol y Quilmes en conjunto una suma superior a los 16 millones de pesos (con la paridad fue lo mismo en Dólares). Y están vacíos de resultados. Este sería un buen punto final para la nota de análisis. Quizás estos datos ya digan todo.

“Nos fuimos a la mierda de apoco”

Es la frase favorita de Enrique Pinti cuando en su “Salsa Criolla” intenta explicar la realidad Argentina. Y en unos de sus párrafos más geniales dice: “Los políticos argentinos son grandiosos, hacen todo mal, todo como el culo, y cuando uno se queja enciman se enojan, ¿me quieren decir quien carajo los llamó a ponerse ahí?”

La actualidad de Quilmes da pena. Porque negarlo. Pero todo tiene un comienzo. Después del resonante descenso de la temporada 97/98, El dueño del barco, el dirigente Oscar Rígano, optó por la persona más confiable que conocía para la tarea de reubicar otra vez al club en la Liga Nacional, por eso lo llamó a Oscar “Huevo” Sánchez. Armó un buen equipo y cumplió el objetivo.

Además, la nueva dirigencia le dio tres años de continuidad al proyecto y los resultados fueron creciendo (8vo, 4to y 3ro). Empero los balances dirían lo contrario. Hace tres temporadas que Quilmes pierde plata año tras año.

El principio de la debacle los dirigentes la adjudican a la mala relación que tenían con el entrenador del equipo de Liga nacional.

En este punto es bueno detenerse un mínimo instante y reflexionar en lo siguiente: ¿Por qué los dirigentes tienen que tener una buena relación con un empleado del club si lo importante es que haga bien su trabajo?. ¿Acaso ingresa en este punto la política social?. Según mi análisis, de ninguna manera.

Entonces, ¿Por qué el hombre indicado para guiar los destinos basquetbolísticos de la institución en su Liga Profesional no está a cargo del equipo?. Respuesta: Por mala relación con los dirigentes. Hoy bien se dirá que existe una imposibilidad económica. Quizás sea cierto. El problema es el antes.

Es que acaso, ¿El básquetbol profesional de Quilmes se tiene que llamar únicamente “Oscar Sánchez”?. De ninguna manera, pero repasemos la lista de nombres a los que la dirigencia recurrió a través de los años para suplantarlo: Daniel Frola, Orlando Ferrato, Horacio Seguí, Guillermo Vecchio, Pedro Escarain y Alejandro Pepiche. Todos fracasaron.

Volviendo al párrafo primero de esta nota, se verá que la “cabeza” de todo es sumamente importante. Fundamental.

Incluso existe algo más importante, en el juego del básquetbol el entrenador tiene más incidencia directa en el resultado final que en cualquier otro deporte de conjunto. Esto debe tenerse necesariamente en cuenta a la hora de las elecciones.

Para ir llegando a una conclusión, los dirigentes de un club no pueden alegar mala relación con un empleado. Pueden sostener mal desempeño profesional y malos resultados.

En una era tan profesional los clubes siguen siendo entidades sin fines de lucro. Guiados además por profesionales de otros rubros, o comerciantes casi todos de enorme capacidad en sus trabajos particulares y hombría de bien en lo personal.

Desde aquí siempre se bregó por la figura del dirigente rentado. El que deba exponer con su sueldo, las equivocaciones y sus virtudes. Los dirigentes no pueden quitarle horas de su vida a su familia y su trabajo personal para tomar decisiones de con mucho dinero en juego.

Las malas decisiones, tomadas generalmente por la vena pasional, llevan inexorablemente a malos resultados económicos. La malas decisiones hacen que los clubes sigan perdiendo plata.

Por su puesto que sabemos sobradamente que los dirigentes son personas inteligentes, que saben bien en que mundo viven, pero son traicionados en los momentos cumbres por el corazón. Algo que los condiciona enormemente a la hora de las decisiones.

“El mejor instrumento debe ser tocado por el mejor artista porque solo así es la manera de que los demás crezcan en busca de la mejor música”. Escribió Aristóteles, en su libro “La política”.

Quilmes ha llegado a un presente vacío de promesas, añorando situaciones de un pasado cercano, y viendo destruido un crecimiento en lo popular y en los resultados, que no fue correspondido en lo económico.

En el verticalismo expuesto los dirigentes son quienes en caso de éxito deban llevarse los reconocimiento de una buena gestión, pero también son los que deben levantar la mano y sentirse culpables de los triunfos que no llegan. Quilmes potencialmente tiene todo para ser un grande dentro de la liga, quizás algún día se decida a dar el gran salto.

Pablo Tosal
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