A ratificarlo afuera

Nos apuramos a decir que todo lo realizado y disfrutado en esos compromisos habrá que ratificarlo afuera. Es que si bien los cambios técnico-tácticos fueron vistosos, convincentes y ganadores, creemos que la variante más notoria ha pasado por la mentalidad equipísta, desarrollada, obviamente, desde lo individual.

Y ahora, ese discurso, esa arenga que evidentemente bajó de la dupla Bianchelli - Mangone (y seguro, en el vestuario, desde alguna voz experimentada del plantel), no deberá modificarse cuando se pise un rectángulo ajeno para que, definitivamente, se fragüe una personalidad definida y definitiva. La que no tuvo Quilmes en el 2003.

Todos para uno y uno para todos

Lo primero que surge para el análisis es que los jugadores han elevado su calidad individual y se han quitado algunos tics egoístas que mostraron en la etapa Pepiche, quizás por no estar concientizados de que lo que marcaba el entrenador era lo ideal, y/o porque como Milton Bell se escapaba del libreto, en el desorden que ello proponía, cada uno fomentaba su propia salvación y no la del conjunto.

Han puesto lo suyo al servicio del resto. Y el dueto técnico los ha ayudado. Por ejemplo, cuando después de ser dominado por Atenas 16 minutos (el cordobés ganaba por 10 con autoridad) Bianchelli - Mangone hicieron cambios hasta encontrar el funcionamiento. Nadie se enojó por salir y contribuyó aún más cuando volvió al campo, como el lobito Fernández.

La respuesta fue remontar el partido hasta ganarlo con solvencia. Además, pese a que hay buenos tiradores, la primera opción ofensiva es interna. Con 4 pivotes (de Beard hablaremos más adelante) y pensando en el personal de los adversarios, fue ideal proponer ese plan. Por desgaste, el tricolor se apropió de las pinturas en los dos juegos.

Es cierto que Diego Prego tomó algunos tiros lejanos, con marca encima o apurados, pero también es real que no se quedó en eso, aportó asistencias cuando lo doblaron y puso voluntad defensiva como nunca, aunque no es su fuerte. Y su recompensa fue anotar igual gran cantidad de puntos.

Evric Gray, sin Bell, se siente extremadamente necesario y se potencia. Acepta desafíos como marcar a Pittman en el puesto de alero; ejecuta con convicción desde todos los sectores y rebotea con tenacidad.

Vaquero, al verse utilizado, dejó de pensar en él para volver a ser utilitario. Chiappero provoca un juego organizado y Espeche hace lo que de él se espera: fajarse con intensidad. Hay roles definidos. Hay juego.

De Junior a Senior

Y, como enfocamos todo en la mentalidad, la postal más rutilante y positiva es la de Luis Cequeira. Cuanto se habló de él por la necesidad quilmeña de encontrar alguien capaz de sentar a descansar al veterano Fernández, proponiendo una defensa más presionante sobre el traslado del balón por parte del adversario. Junior entraba y no tenía don de mando.

Ejecutaba el pase de apertura y los compañeros ya no lo buscaban. Entonces, cuando no le hacían caso, Cequeira se mandaba al canasto. Ante Atenas entró, frenó a Sucatzky, terminó borrándolo y en ataque, el “10” fue ordenado para él y los suyos y así se ganó el respeto del resto. Ya lanzado anímicamente, la volvió a romper ante Libertad. El “lobito” encontró el guardaespaldas deseado.

Finalmente, solo una frase resume un caudal de hechos positivos: la inteligencia de plantel y cuerpo técnico para encontrar la ruta de superación. Que no era otra que darse cuenta que de a uno no se iba a poder nunca y que todos, haciendo caso, la cosa mejora.

De Darius Beard no se puede opinar igual. No es bueno. No es mejor que Howard. No intimida, no muestra fundamentos defensivos, usa solo la zurda y no tiene mucho carácter. A favor, mete cortinas y bloqueos en ataque, pasa bien y le hace caso a Gray. Pero cuando realmente se lo necesite, no estará, eso es seguro.

Fue gratificante ver a Quilmes en una expresión extraordinaria, aunque el calificativo parezca desmedido para algunos. Fue muy bueno lo suyo. Ahora queda que en campo rival, esa convicción no desaparezca ni siquiera en momentos críticos. Si se logra (aun en la derrota) Bianchelli y Mangone habrán dado otro paso a su consolidación en un terreno que -como ellos mismos reconocen- están haciendo sus primeros palotes.

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