Pelo y barba

No hubo lujos, ni grandes jugadas, salvo un toma y daca entre Strong y Thomas como saben hacer Gallardo y Lucho González. No hubo una descomunal actuación de un jugador en particular. No hubo un alto porcentaje en algún rubro. Sin embargo, River fue netamente superior a Quilmes.

Mas ordenado y conciente de su trabajo, River aprovechó el mal momento de juego cervecero para sacar ventajas en ataques rápidos. En la ofensiva estacionada, repartió bien el goleo, disfrutó de la conexión Picarelli – Byro y tuvo muchas segundas instancias.

La premisa de Quilmes era no desconcentrarse en defensa. Tal como sucediera por lapsos en Madryn (primer cuarto), Comodoro (tercer cuarto) y La Boca (primer cuarto). Los baches le cuestan el partido al cervecero.

En los primeros 10 minutos, las defensas fueran las dominantes. Los dos en hombre a hombre, cerraban los espacios. Las parejas en las dos áreas se anulaban mutuamente Pablo Gil y Mázzaro, Thomas y de la Fuente, Strong y Gray.

Pero la gran debacle se produjo en el segundo cuarto, después de ponerse 18-18, River metió un parcial 13-0 para escaparse 31-18. Quilmes al no poder anotar en ofensiva, se descontroló y comenzó a volver mal parado a defensa. River corrió el contraataque por primera vez y sacó diferencias.

Víctor Thomas fue el amo de su zona en los rebotes (5 en defensa) y con gran versatilidad, corrió la cancha como segunda opción en el ataque rápido. Quilmes miraba la parte de atrás de las camisetas de River.

Chiappero se cargó de faltas y saltó Rahsaan Smith a la cancha. Las primeras dos bolas en el poste bajo caminó y perdió la bola. En las siguientes dos acciones convirtió. Esta claro que no es un gran jugador pero puede dar una mano. Sobre todo si lo ayudan. Sus cinco puntos fue lo mejor de Quilmes en el cuarto.

El tercer cuarto fue lapidario y determinó el resultado. Quilmes comenzó ilusionándose con un triple de Cequeira (43-33), a partir de allí…el diluvio. River metió un parcial 8-1 (51-34) en cuatro minutos y medio que luego amplió a 62-38.

En el segmento Quilmes fue anárquico en ofensiva y tuvo dos problemas en defensa: su zona es muy permeable y cuando ataca mal, vuelve peor.

La defensa hombre a hombre es lo mejor que tiene, sobrevive con actitud. Quilmes logró que River tenga 24 pérdidas (14 recuperos), pero ni eso aprovechó.

El equipo de Mario Guzmán encontró una sociedad lícita, joven y brillante: el tandem Picarelli (ganó claramente el duelo de bases) – Byro (lo mejor de la media cancha) hizo estragos y River cerró arriba por 25 el tercer cuarto: 65-40.

En el final del tercer cuarto y todo el último la dupla Bianchelli - Mangone utilizaron una quinteto muy bajo para cambiar la historia. Buscando un revulsivo se juntaron Cequeira, Safar, Juan Pablo Sánchez, Pablo Gil y Evric Gray.

Ese quinteto, luchando y corriendo encontró un poco más de gol y ganó el parcial (32-23), pero sin descuidar que el partido estaba definido. Guzmán puso al pibe Scheines en cancha y en realidad fue más un ensayo que un partido.

Evric Gray llegó al último cuarto con 6 puntos (3/11 en dobles y 0/2 en triples). En el segmento final, sin mayor oposición metió 5/5 en dobles. Si el mejor jugador anda por esos rumbos, todo en Quilmes es cuesta arriba.

El cervecero llegó al Estadio de Obras a no repetir la desconcentración del primer cuarto ante Boca, y seguir alimentando el volumen de juego encontrado. No sólo que no logró ahuyentar los baches defensivos, sino que perdió el camino. River lo sacó de paseo.

Síntesis
River Plate (88): L. Picarelli 11, J. Mázzaro 20, V. Thomas 11, A. Rodríguez 12 y C. Strong 13 (FI). M. Byró 17, D. Crocce 2, J. Scheines 2. DT: Mario Guzmán.

Quilmes (72): L. Cequeira 11, P. Gil 20 (x), E. De la Fuente 0, E. Gray 16 y C. Chiappero 6 (x) (FI). R. Smith 5, J.P. Sánchez 6, S. Safar 8. DT: J. Bianchelli/A. Mangone.

Parciales: 17-14, 43-30 y 65-40.
Estadio: Obras Sanitarias.
Árbitros: Darío Rodríguez y Sergio Tarifeño.

Pablo Tosal
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