Una tarde en el Campus

La vorágine de la Liga se detuvo, el impasse del Juego de las Estrellas fue la excusa perfecta para el recreo y la vuelta por el Campus de Oscar “Huevo” Sánchez en la coqueta Villa Marista, ubicada muy cerca de parque Camet en el acceso norte de Mar del Plata.

En las canchas de basquet que el enorme predio posee había 140 chicos al lado de más de 10 entrenadores divididos por edad en 5 módulos o estaciones diferentes. El razonamiento indicaba que se verían como en clases, pero el primer síntoma positivo es el clima que se vive: los padres toman mates y charlan al costado de las canchas, los chicos están metidos y enchufados. Siempre hay aplausos de conjunto tras cada reunión.

Después de un breve repaso visual para ver la talla de los jugadores (lógico e incontrolable para un periodista), quizás en busca de algún futuro talento, el momento de observar la enseñaza y la aplicación de fundamentos es la más sorprendente: los pibes no hacen trampas (algo debe estar pasando).

Decía tiempo atrás Carlos el “Indio” Solari, líder de los ex Redonditos de Ricota, que “Existe más información de futuro en los pibes que lo que uno puede inferir desde la adultez”. Y si acaso esto fuera cierto (de hecho suscribo la frase) llama poderosamente la atención los gustos según la remeras de los chicos.

Casi todos con camisetas de equipos de NBA, y muy pocos con camisetas de liga Nacional, uno de Peñarol, otro de Quilmes, uno de Conarpesa, otro de Libertad y hasta uno de Bohemios de la Liga uruguaya. Luego un largo desfile de equipos de NBA y varios con la camiseta Nº 5 de la selección.

Un buen dato es que los pibes no compran la camiseta de la selección de Chapu Nocioni, ni de Scola, ni de nadie más que no sea Emanuel David Ginóbili y por su puesto la Nº 20 de los Spurs estaba por todos lados.

Para quien vive día a día con el profesionalismo de la Liga Nacional, metido en los intereses permanentes de jugadores, técnicos, representantes y dirigentes abstraerse de todo clima en un Campus así es una panacea necesaria. Los chicos manejan códigos propios y siembran amistades espontáneas, nadie va para lucirse y la relación con los “profes” es casi paternalista.

El Huevo tiene sus módulos propios y va y viene todo el tiempo. Cuando llegó el “Pichi” Campana, nada se detuvo, con ropa de “trabajo” el “Pichi” saltó al campo y pasó por todas las estaciones inculcando en cada una aspectos decisivos de su inmensa experiencia. Hizo la fila entre todos los pibes y fue uno más a la hora de tirar bandejas.

A la hora de terminar, entonces si fue la fiesta de las fotos del recuerdo con el Más grande jugador de nuestra Liga Nacional.

Hice un ratito de periodista y recogí los siguientes datos: Hubo 145 chicos y chicas en el Campus de Enero 2005, entre ellos 3 de Guatemala, 1 de Costa Rica, 1 de Bolivia, 1 de EE.UU., 1 de Uruguay, 3 de Chile y 3 de Brasil. Entre los invitados pasaron Sebastián Ginóbili y Diego Prego.

La soleada tarde se vuelve noche y queda la promesa de una vuelta para el Campus de Febrero, que todavía tiene cupos para poder participar, crecer, divertirse y aprender de básquetbol. Yo me tomé el último mate y me fui.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar