Así se vuelve a la vida

Para saber la carga que había en la previa del partido, solo bastó que terminara y los jugadores se confundieran en un abrazo interminable, los dirigentes en otro y luego se prestaran a la charla como queriendo sacarse kilos de encima.

El grito final, emocionante, de desahogo, fue el resultado de semanas de frustración y también que ante el rival de siempre hubo 40 minutos donde casi siempre impuso su ley.

Por eso el comienzo fue más que extraño. Peñarol ejecutó los primeros 5 ataques con lanzamientos de apenas 10 a 15 segundos de posesión, como guapeando. No parecía para nada un equipo que venía con una importante carga en sus hombros. Bunn erró el primer doble y 10 segundos después Savoy contestó con un triple. Pero desde que se puso 10-10 a los 5:50 luego dominó siempre

Porque primero Peñarol se sostuvo en las individualidades y cuando sacó la primera diferencia (22-17 a falta de 3:00) lo dominó desde allí en adelante como equipo. La defensa de Locatelli sobre Wilson fue brillante y Quilmes dependió del trabajo de un errático Savoy sin poder poner la bola cerca del canasto.

Con Lauro sentado en el banco por tres faltas se despegó Tato Rodríguez que con dos triples dio la primera ventaja importante del partido (28-17) y el cervecero no tuvo respuesta.

El ingreso tardío de Calderón (6 pts) y De la Fuente (8 pts) en el segundo cuarto fue cuando la distancia marcaba diferencia de 17 puntos y el partido estaba en manos de Peñarol. Sobre todo Calderón quien en tres acciones seguidas emparejó la lucha por los tableros por su habitual tendencia de jugar interior, muy contrario a Savoy que jugó más perimetral. Con los dos cambios Quilmes frenó el vendaval milrayitas pero la distancia era grande (44-23).

La defensa quilmeña se corrigió al tiempo que la rotación del banco de Narvarte le dio mucho menos que su rival. El partido se hizo más parejo y luchado pero las respuestas ofensivas de Peñarol fueron más importantes (Byró 8 pts con dos triples). Quilmes vivió una anarquía en ataque que le simplificó la vida a su rival. Poca secuencia de pases, nulas cortinas, casi todo forzado y muy poca efectividad. El partido llegó a la máxima diferencia (56-34) a falta de 1:45 y cerró por 19: 56-37 por un triple de De la Fuente (lo mejor de su equipo).

En el inicio del complemento Quilmes probó con lo que más resultado tuvo: De la Fuente y Calderón en cancha pero con Savoy de ala pivote y Wilson de escolta. Sin embargo un triple de Locatelli que volvió a la cancha y una seguidilla de libres de Bunn llevaron la diferencia a 24: 63-39 a falta de 7:00.

Desde allí, lentamente, con un gran amor propio para defender su canasto, con Calderón conteniendo a Bunn (luego Chiappero) De la Fuente con Locatelli y Lauro con Tato, Quilmes empezó a descontar. Savoy que estaba muy errático, siguió tirando como si nada pasara y comenzó a meterla (10 pts en el parcial). A falta de 1:30 la distancia se había achicado de manera asombrosa a 10: 69-59 (Parcial 6-20).
Cuando la noche se le ponía más oscura apareció un triple oportunísimo sobre el filo de la posesión de Mariano Byró que descontracturó las presiones.

Cuando ingresaron al segmento final la distancia era de 14 (74-60). Quilmes hizo una vez el esfuerzo, pero Calderón fue al banco y Chiappero no pudo darle las mismas respuestas ofensivas. Quilmes jugó con De la Fuente de alero en sus pasajes más felices. Cuando Sánchez y Wilson (ambos tuvieron una mala noche) coincidieron en cancha, a Quilmes se le hizo cuesta arriba.

Narvate mientras tanto, a sabiendas de la ventaja que su equipo supo conseguir siguió con rotaciones interesantes en defensa. Plantó una media cancha poco habitual con Titarelli, Byró y Mata, para defender y raspar.

Como el partido se gana con goles en ese apartado brilla con luz propia Joseph Bunn que cuando no tuvo espacios lo fabricó. Metió 13 puntos en el último cuarto para terminar como el matador que clava la espada en el corazón del toro herido. Quilmes llegó a estar 83-70 con mucho esfuerzo, pero entre Bunn y Byró desbarataron cualquier intento de acercamiento.

Ya en la recta final, Quilmes tiró la toalla y con una noche muy negra de Byron Wilson, dijo basta. La diferencia se fue otra vez a 20 y el juego se cerró antes del final.

Peñarol se queda con un triunfo que vale dos ya que no podía perder otra vez de local y ante Quilmes. Doble satisfacción y festejo largo por las emociones contenidas.

Síntesis
Peñarol (97): Sebastián Rodríguez 14, Mariano Byró 18, Juan Manuel Locatelli 14, Joseph Bunn 35 y Tyler Field 11 (FI) Marcos Mata 2, Fernando Titarelli 0, Pablo Barrios 3, Claudio Farabello 0, Pablo Solís 0 y Nicolás Lauría 0. DT Guillermo Narvarte.

Quilmes (75): Leandro Lauro 7, Juan Pablo Sánchez 8, Byron Wilson 10, Patrick Savoy 24 y Claudio Chiappero 0 (FI) Esteban De la Fuente 16, Pedro Calderón 8, Esteban Pierdominici 0 y Edgard Merchant 2. DT Javier Bianchelli.

Parciales: 30-17, 56-37, 74-60.
Árbitros: Alejandro Chitti y Juan Fernández
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (4800 espectadores)

Un cuento coreano

El rumor había tomado fuerza en la noche del lunes cuando Peñarol jugó con Boca y se confirmó ayer por la mañana. El partido de anoche entre Peñarol y Quilmes sería el último de Bunn en la Argentina.

Un equipo de la liga coreana requería los servicios inmediatos de Bunn para un reemplazo y esperaban al goleador para el lunes. Le ofrecieron a Peñarol la importante suma de u$s 20.000 (veinte mil dólares) y un muy buen contrato al jugador.

Pero Peñarol no quería jugar ante Boca y el superclásico (es decir Boca y River para la AdC) sin su extranjero goleador dando muchas ventajas. No tenía tiempo de recambio. Al mismo tiempo con la lesión de Barrios el lunes corrió otra preocupación: como ir a la gira de Madryn y Comodoro con un solo interno mayor (Field) y un sub 23 (Marzili).

Por tal motivo, el contacto en Buenos Aires de los directivos coreanos recibió la orden de no esperar más y la operación se frustró. Bunn se queda en la argentina y en Peñarol. Al menos por ahora.

Pablo Tosal
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