La nueva caída de Belgrano –tercera al hilo– desató la ira de su hinchada, que ya se enfureció con la tarea de los árbitros (para nada influyente) previamente y a la salida del estadio Fortunato Bonelli, cubiertos de impotencia, intercambiaron golpes con la Policía nicoleña. Por suerte, la situación fue controlada antes de que pase a mayores.