Lamentablemente algunos episodios de violencia se produjeron cuando el partido había concluído. Algunos hinchas de Peñarol que facilmente ingresaron en el rectángulo de juego para celebrar con sus jugadores, fueron a cargar a los de Quilmes que reaccionaron.
A partir de allí comenzaron las corridas y la tardía intervención de la policía que en vez de generar un marco lógico de contención para el final se vio desbordado cuando tuvo que encausar el problema.
La sensibilidad del que pierde y la euforia del que gana en un Quilmes-Peñarol no pueden juntarse. Es tan sencillo como tomar medidas previas para que nadie invada la cancha en el estadio más seguro del país. Después, como siempre...es tarde.