Un súper clásico muy especial

Una vez más el clásico actuará de panacea para las heridas recientes de cada uno. El resultado del partido de mañana se disfraza de remedio para los problemas que de ningún modo se solucionaran con sólo el partido. Pero será una especie de “reparador del alma”.

Peñarol viene envuelto en un combo de problemas. Su campaña siempre amaga a subirse entre los primeros. Y ahí anda, paseando por el 7mo lugar. Con la tabla de posiciones en la mano se puede seguir cierta lógica. Peñarol tiene jugados 12 partidos afuera y 10 en casa. Los siguientes dos vuelve a jugar de local, pero también lo hará Gimnasia de Comodoro, Estudiantes de Olavarría, River Plate y Ciclista que luchan por un puesto en común. Central y Boca salen de visita pero ambos tienen más dos partidos de ventaja sobre Peñarol.

El 7mo puesto le cae un poco gordo a las aspiraciones previas del torneo. Se esperaba más de este equipo que rindió en cuenta gotas. El corte tardío de Tyler Field lo sumió en todo tipo de problemas. La llegada de Anthony Bonner fue un manotazo que salió mal por la edad del jugador y la mala suerte de su lesión y finalmente Pittman.

Desde la salida de Field y la llegada de Pittman Peñarol es otro equipo y el técnico Guillermo Narvarte tiene un jeroglífico que solo debe haber resuelto para si mismo, porque sus jugadores no han interpretado el cambio.

Algunos números grafican lo que todos saben, Peñarol no defiende, cuatro de sus cinco titulares no sienten la defensa, es un equipo con más gol, juega a tanteadores alto. Veamos:

En 26 partidos con Tyler Field sus números eran: 88.2 puntos a favor y 85.8 en contra. En los siguiente 10 juegos el promedio de gol a favor creció hasta los 95.9 puntos y el gol en contra se fue a 92.5 pts.

El equipo tomaba 35.4 rebotes y permitía que le tomen sólo 10.4 rebotes en su propia tabla. Hoy el número de rebotes bajó de 35.4 a 31.5, mientras que los rebotes ofensivos del rival subieron a 13.2 por juego. En total le tomaban 33.7 rebotes y ahora 34.6.

Los datos más significativos son los puntos a favor y en contra. Son dos equipos diferentes, subió el promedio en casi 8 puntos en ambos casos. Y también el escaso bloqueo de su propio canasto (13.2 rebotes del equipo rival en su propia tabla).

Sebastián Rodríguez, Juan Manuel Locatelli, Josh Pittman y Joseph Bunn son cuatro jugadores con mucho gol, pero ninguno de ellos con contracción defensiva. Y la defensa no significa solo agacharse, más bien es un pensamiento constante de la acción defensiva, desde la posición de pies cuando se marca línea de pases hasta el giro sobre su posición y los brazos hacia detrás de si mismo para el bloqueo (en cualquier lugar de la cancha) para el tiro al aro del rival. Pablo Barrios parece ser el único de los titulares con convicción defensiva.

El problema de Peñarol no es jugar sin pivote en la ausencia de Barrios, es jugar sin ganas a la hora de defender y sobre todo tener cuatro jugadores pensando en función ofensiva. También los malos ataques provocan una lógica descompensación en el balance y el retorno a defensa. Así le corren mucho el contraataque y vuelve a defensa mirando las camisetas de atrás del rival.

Peñarol en una mala noche de local llega a los 90 puntos. Al menos esa es la sensación que dejan sus individualidades. Luego comienza la odisea, desde la desorganización del ataque a su endeble defensa el partido se le hace cuesta arriba.

Por su parte Quilmes llega con un análisis más difícil. Porque se pueden argumentar las razones de un ataque anárquico, discontinuo, pero es difícil entender un equipo que no cambió su cara en todo el torneo, por algo esta 12do. Su entrenador Javier Bianchelli tampoco le encontró la solución y renunció al problema, con la idea de que sea este último gesto un acto de despertador. ¿Problemas anímicos? ¿Problemas de disciplina?.

La distribución de los egos en un conjunto es un dato clave para la conformación del equipo. “Hay que cortar a Savoy” fueron los reclamos dirigenciales mayoritarios durante la temporada por las performance con vaivén del ala pivote extranjero. La pregunta que sucede a tal afirmación es:

- ¿Y porque no lo hacen jugar en vez de cortarlo?

- cómo

- dándole la pelota en el tiempo y espacio que él la necesita.

De lo contrario traigan otro jugador en su puesto pero hay un viejo axioma entre los futboleros que sirve para este caso. ¿Quién le pedía a Bochini que se tire a los pies del rival y corra? Un extranjero que sube a la ofensiva, pone una cortina, luego otra, va al rebote ofensivo, baja a defender y vuelve a subir sin la pelota es un extranjero como Tyler Field, no como Savoy.

Con el regreso de Pablo Gil al equipo, Savoy extraña más aún el contacto con el balón, no se la dan, y cuando se la dan, se la dan “cuadrada”. Da la sensación que el único que lo entiende es De la Fuente, que le da pelota y se corre pidiendo un “aclarado”, para que Patrick juegue su interesante uno contra uno.

No le gusta jugar de espalda y comienza las ofensivas como alero, todas situaciones entendibles y negativas para el funcionamiento del equipo, pero es el extranjero, o lo hacen sumar o resta de manera definitiva. En la actualidad Savoy por capricho, rebeldía o tristeza, no rinde como puede. El último partido contra Ciclista reaccionó y mostró algo de lo mucho que puede dar.

El otro caso es Byron Wilson. Se la fue la temporada diciendo que la Liga comienza en enero, pero no apareció sino hasta febrero y cuando lo hizo se lesionó. Definió el primer clásico sólo con su enorme jerarquía pero después entregó muy poco. Algunos argumentan que sin Pablo Gil, debió sumar más tiempo en cancha cuando en realidad apenas fueron tres minutos más que cuando jugaba en Boca detrás de Malara y Quinteros. En Boca sumó 29.4 minutos y en Quilmes hasta la llegada de Pablo Gil (fecha 13 de la segunda fase) promedió 32 minutos y 27 segundo en cancha. Luego en la incidencia en el juego, como Sergio Hernández le tenía prohibido ir para adentro (para eso lo tenía a Paolo) Byron jugaba en Boca con mucho tiro de tres puntos: lanzaba 6.2 triples (37.9%), mientras que ahora lanza 5.9 triples (35.5%). Después tira más dobles y libres y ambos con menos porcentajes que el año pasado. En definitiva lanza para 41.3 pts y convierte 17.5 (convierte el 42% del total de lo que lanza).

Para Quilmes lo que hagan en ataque Wilson y Savoy es muy importante porque todo el equipo (incluidos los dos extranjeros) tienen una enorme predisposición para defender. En el cinco contra cinco Quilmes es intenso y propone generalmente un buen balance defensivo. Su problema es en el ataque, justamente donde Peñarol brilla mientras que goza con su defensa, al revés que el milrayitas.

Entre el choque de estilos y necesidades deambulará el próximo Super Clásico que tiene como seguro la pasión de la gente, un estadio único que se verá lleno y el color de los equipos por todos lados. Luego el destino dirá quien se irá con la sonrisa del final, esa que puede alimentar el alma para el resto del campeonato.

Pablo Tosal
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