Furia correntina

Se juntaron dos extremos y así salió el partido. Por un lado la noche perfecta de Regatas, por el otro un Peñarol al que no le salió nada, en una noche negra terminó pagando muy caro el precio de la eliminación.

Regatas parecía la selección de Italia en los juegos olímpicos de Atenas cuando eliminó a Lituania. El equipo correntino se valió de una vendaval de triples (16/24) con un porcentaje descomunal (67%), y con un equipo bajo (tres aleros, un base y un pivote) corrió la cancha y jugó plásticamente.

Peñarol le presentó todo el partido un equipo “espejo”. Narvarte decidió que lo más conveniente era presentarle también tres aleros y a Bunn de pivote. Por eso salió de movida con Farabello y luego rotó siempre la posición del 2 – 3 - 4 con Pittman, Locatelli y Byró.

Pero fue dicho que se juntaron los polos opuestos en una misma noche y en una misma cancha. Mientras Regatas rozó la perfección, hasta jugando la suerte a su favor; Peñarol tuvo todo tipo de padecimientos: pérdidas infantiles, malos porcentajes, carencia de rebotes, los pocos foules que cometió fueron dobles con faltas. La pelota y el aro le fueron esquivos.

Hay explicaciones tácticas, por su puesto que todo partido de básquetbol tiene sus riquezas para analizar, pero la diferencia real que hay entre Regatas y Peñarol jamás es de 27 puntos en un solo tiempo. Eso fue lo que sacó el equipo de Bualó promediando el segundo cuarto (55-28). Una distancia tan atípica como descontextualizado estaba el partido.

Peñarol era una sombra en cancha justo el día que debía ganar si o si para seguir vivo. Nunca en la liga había sufrido semejante humillación en su propia casa. De hecho desde que Pittman llegó al equipo de local solo perdió dos partidos en juegos cerrados: ante Quilmes y Libertad.

Pero Regatas logró hasta ayer un imposible, que Peñarol pierda por completo la brújula. En principio fue la tremenda habilidad (de potrero) de Cleotis Brown quien sacó las primeras distancias, pero solventado por tres triples, que marcaría una tendencia. El tiro de tres puntos de Regatas fue como si sus jugadores hubiesen practicado toda la vida en ese estadio.

Y no siempre la efectividad correntina fue hija de la desidia defensiva de Peñarol. El milrayitas fue décimo en la liga porque su defensa fue muy permisiva, eso esta claro, pero anoche Regatas tuvo la virtud de meter tiros contestados por la defensa. Aunque lógicamente con una defensa, muy tibia.

Primero fueron los altos porcentajes y el segundo punto donde Regatas basó su alto goleo fue en la propia impericia ofensiva milrayitas. El retorno a defensa de Peñarol fue sencillamente pésimo. El visitante corrió el contraataque desde todos los ángulos posibles, favorecido por un mal ataque de Peñarol.

El tercer punto se le debería adjudicar a la falta de precisión y descuido. Como ejemplo podríamos citar a Mariano Byró saliendo desde el fondo de su defensa, con pelota dominada, la picó en la zapatilla y se le fue por el fondo, de la reposición, Oroná metió un triple. Luego Locatelli dejó un pase en las manos de Salles y así Peñarol fue sumando pérdidas para que Regatas corriera la contra.

Regatas terminó el primer tiempo con 7/13 en triples, 16/22 en dobles y 4/5 en libres. Tiró cómodo o incómodo, de dos o de tres, pero la metió siempre. Peñarol por el contrario sumó 7 pérdidas 1/8 en triples y 14/25 en dobles. Alcanzando además apenas 4 rebotes ofensivos en los 20 minutos.

Cuando los equipos regresaron del descanso largo la distancia era de 19 (57-38). Peñarol debía jugar un segundo tiempo perfecto en defensa y además contar con cierta complicidad de Regatas para alcanzarlo. Y de movida ilusionó a los 2500 hinchas que fueron a respaldar a su equipo.

Porque desde los vestuarios la actitud defensiva fue otra, en marcación hombre a hombre el equipo de Narvarte forzó más la línea de pases, salió más pegado de las cortinas, bloqueo mejor el canasto propio. Así consiguió un parcial 11-2 para ponerse a 10 (49-59). Entre el final del segundo cuarto y el comienzo del tercero redujo la distancia en 17 puntos. Y aún seguía lejos.

Entonces fue cuando reaccionó Regatas de la mano de su vía salvadora: el tiro de tres puntos. Brown metió un triple, en la jugada siguiente fue Martínez, dos jugadas después otro de Salles y finalmente uno de Oroná. Peñarol había remado como loco en defensa (algo que no sintió en toda la temporada) y la visita asestó cuatro bombazos para volver a sacar una renta de 19 (74-55). Fue el único cuarto que no perdió Peñarol (17-17).

El cuarto final estuvo de más, era imposible que Regatas bajara su efectividad. Oroná clavó en dos minutos 3/3 en triples mientras que Peñarol sufría con el 1/9 de todo el segundo tiempo. Promediando el cuarto Regatas ganaba por 28 puntos (64-92) y Salles había convertido un doble con mucha facilidad mirado por todos los jugadores en cancha como espectadores. Narvarte pidió minuto para al menos vender un poco más cara la derrota en el tramo final. Los brazos se habían bajado de manera definitiva. Peñarol tiró la toalla y no quiso más. No fue su noche, ni su mes, ni su liga.

Del otro lado quedaban bailando en el banco de suplentes, al compás de sus compañeros en cancha, un grupo de bravos jugadores correntinos que le dan a Regatas mucho más que una victoria. Este equipo de Carlos Bualó llegó a Mar del Plata sin su goleador Chukie Robinson, a quien poco extrañaron y luego de dos juegos de alto vuelo llevaron una pregunta a toda la liga ¿Quién puede frenar a este equipo?.

Síntesis:
Peñarol (82): Sebastián Rodríguez 8, Juan Manuel Locatelli (x) 15, Claudio Farabello 0, Joshua Pittman 16, Joseph Bunn 33 (fi); Pablo Barrios 0, Marcos Mata 2, Mariano Byró 4, Fernando Tittareli 4, Maximiliano Marzilli 0 y Nicolás Lauría 0. DT: Guillermo Narvarte.

Regatas (106): Hernando Salles 15, Javier Martínez 23, Gustavo Oroná 24, Cleotis Brown 26, Alejandro Reinick 9 (fi); Ricardo Centeno 6 y Edgardo Agudo 3. DT: Carlos Bualó.

Parciales: 17-26, 38-55, 55-74
Árbitros: Osvaldo Bautista y Marcelo Latorre.
Estadio: Polideportivo Municipal (2500 espectadores)

Pablo Tosal
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