El problema de los premios

Las imágenes que emocionaron a todo un país deportivo con los jugadores subidos a lo más alto del largo podio en Atenas en septiembre de 2004 es el sueño que busca repetirse. Los propios jugadores fueron los primeros en llenar el aire con declaraciones que le inflan el pecho al más distraído. Van a Japón a ser campeones mundiales, ningún otro objetivo. Pero en las últimos días el campamento argentino se convirtió en un circo que nada bien le hace a la preparación.

Hay una actualidad hecha noticia que es la siguiente: los jugadores de la selección nacional discuten los premios por la participación en el mundial de Japón. La Confederación Argentina no accede al reclamo por falta de dinero. No hay acuerdo aunque los dirigentes declaran que la habrá.

El problema tiene aristas interesantes que vale la pena detenerse a mirar y sobre todo que no debe escapar al ojo crítico. Nada esta más claro que el gran corazón que exponen los muchachos que nos representan. Acaso sea esto y no su puro talento lo que los diferencia del resto de los jugadores del globo. Es una obviedad pero hay que decirla.

En la semana que Argentina comenzó su preparación las declaraciones que vertían los jugadores eran emocionantes, repasamos solo algunas de ellas:

* “Las cosas que la selección realizó no nos quita la motivación. Cada mundial es distinto y nosotros queremos ganar este. La selección debe medirse por lo que hará y no por lo que hizo. Jugaremos como si no hubiésemos ganado nada”. (Rubén Wolkowyski)

* “No tenemos que seguir pensando en el pasado sino en el futuro. Este equipo se caracteriza porque nunca perdió el hambre de ganar”. (Andrés Nocioni)

* “Si alguno de nosotros no tuviera ganas de venir a entrenar, dejar el alma y ganar el mundial, se hubiera quedado en su casa con su familia o se hubiese ido de vacaciones, pero acá estamos” (Emanuel Ginóbili)

Y siguen las firmas, porque el discurso entre los históricos y los nuevos siempre es coincidente, los jugadores argentinos que nos representarán en Japón juegan como se dice popularmente “por la camiseta”.

Esto no quita que quieran plata por jugar y representar al país. Son jugadores profesionales antes que nada.

La historia empezó a ensuciarse con la aparición de terceros, que nada tenían que hacer en esta puesta en escena. La cancha se embarró y la historia es la siguiente:

Los primeros que tuvieron que adaptarse al nuevo modelo de jugadores que la selección nacional recibía, (más profesionales, más competitivos y también más millonarios), fueron los dirigentes. El primero que lanzó una queja pública fue “Pepe” Sánchez en la gira previa de Indianápolis 2002. Estas nuevas estrellas de la selección necesitaban otras comodidades, otros tratos que hicieron reubicar la situación dirigencial de la CABB.

En la era Magnano la disciplina marcial que imponía el coach era llevada a todo ámbito. Por eso no era extraño que entrenara en un pueblo-paraíso como Colón (Entre Ríos) con apenas 20 mil habitantes. Tranquilidad, orden, aislamiento. Así el coach lograba también que nadie de afuera llegue al oasis de la concentración.

Las cosas cambiaron y la selección abandonó el ostracismo al cual estaba sumido y la política de expansión del básquet de las manos de los logros, provocó una saludable apertura a la gente.

Al mismo tiempo, aunque fue bien planeado como idea original terminó pésimamente ejecutado por la empresa Fénix Group que realizó un mamarracho tras otro en Mar del Plata, Santa Fe y Buenos Aires.

La idea de la CABB fue aprovechar la popularidad de la mejor selección deportiva del momento para tratar de abrir el cerradísimo mercado del básquetbol, popularizar el clima, encontrar nuevos sponsors y finalmente recaudar lo necesario para pagar el baile del mundial.

De todos estos ítems quedó claro que la palabra “recaudar” era de necesidad y urgencia. Por eso los precios de las entradas fueron sencillamente una locura. Ver a Manu Ginóbili, Nocioni, Scola y compañía es sin dudas un espectáculo cotizado, digamos que como invitación solo comparable con algún evento o recital internacional, siempre y cuando la organización fuera buena, claro está.

La selección desbordó las canchas y las recaudaciones fueron altas (un millón de pesos aprox. en cuatro partidos), descontado el gasto operativo el saldo es positivo. Al compás de la expectativa también el circo se llenó de juglares.

A los jugadores lisa y llanamente le “calentaron los oídos” para que pidan el reparto de los ingresos que estipulan tendría la selección.

El problema surgió cuando la Confederación planteó hace unos meses que el viático por día sería de 150 dólares. Allí estalló el primer conflicto. Los jugadores querían 400 de la moneda norteamericana por día. La diferencia suma en total 120 mil dólares al final del viaje. Hoy el tema es lo primero que arreglarían y la diferencia sería zanjeada en un total de u$s 250 por día.

Entonces comenzaron los cortos circuitos. Se lo escuchó declarar al presidente de la CABB, Horacio Muratore, enojado porque la FIBA suspendió el reparto de los derechos televisivos (160.000 dólares a cada selección) por el beneficio de vender un sponsors en el pantalón. Italia podrá sacarle 300 mil euros, pero en Argentina la realidad es diferente. Apenas 40 mil pesos consiguió por dicho lugar la selección nacional. Muratore sostuvo que junto con Brasil y Venezuela presentaron una queja formal al máximo organismo pero no prosperó.

Los números finos del operativo Japón 2006 dicen que el viaje costará seiscientos mil pesos (600.000). Por un lado la Secretaría de Deportes de la Nación le otorgó un beneficio de $ 220.000, además en la gira previa, la CABB embolsará un total de 45 mil dólares (135.00 pesos) entre Madrid y Singapur. El déficit para la CABB ronda los 250.000 pesos.

A esto se le agrega el seguro que se debió pagar por los jugadores NBA (50 mil dólares), los viáticos a los jugadores y los premios finales por la participación en el mundial de acuerdo a los logros que obtengan. En Atenas el premio por la medalla de oro fue de siete mil dólares para cada uno. Hoy los jugadores piden más del doble (15.000), que cierra un posible total de 540 mil pesos, solo de premios.

Algunos representantes y dirigentes ajenos a la CABB están interfiriendo de manera directa en la vida de la selección y en la tranquilidad de la concentración. Los jugadores viajaron a España envueltos en un problema que no deberían tener, ni siquiera dejar traslucir.

Porque si los jugadores no arreglan los premios ¿que harán, saldrán a decir que no arreglaron? ¿No juegan? ¿Dan media vuelta y se vuelven? o ¿Jugaran a “media maquina”?. Ninguna de estas preguntas tiene asidero real. Ni siquiera se piensa en un boicot de los jugadores, sin embargo el tema no se soslayó nunca, y parece que esta en la agenda de las cosas importante por tratar.

En rigor de verdad no hay dinero en el mundo que les pague a los jugadores los momentos vividos y la histórica medalla de oro en Atenas. Los propios dirigentes lo saben, pero rápidamente deberán apagar este foco de incendio y arreglar los premios para que la ruta a Japón sea un camino a puro básquetbol. Para ello deberán cerrar las puertas de la concentración. A todos.

Pablo Tosal
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