MAGIA

Otra vez la perinola cae del lado de Peñarol. Es difícil ahora si recurrir a valores estratégicos o tácticos para argumentar la victoria de Peñarol. Los jugadores y el Cuerpo Técnico milrayitas caerán en el repetido cliché de sobre valorar la gestión defensiva del segundo tiempo. Pero hay una realidad, Quilmes dominó el partido, pero lo ganó Peñarol porque supo llevarlo a los ponchazos hasta el final.

Los tiros difíciles fueron mayoritariamente de Peñarol, Quilmes tomó mayor cantidad de tiros limpios. El equipo de Romano no se entregó nunca y sobre el final encontró a Muruaga que venia 0/3 y metió dos triples de oro. Tan caros como una victoria en el clásico.

A Carlos Romano habrá que adjudicarle un mérito grande, mientras su equipo sucumbía en la cancha, siempre buscó en el banco una solución probando cada variante que podía. Para cerrar el juego dejó nada menos que a Locatelli en el banco.
“Manu” (0/1) venia tan mal como Muruaga (1/4 de cancha), pero el técnico confió en su coterráneo y “Pepe” le respondió con los dos triples más importante de su carrera.

El partido abrió con Peñarol dominando con Osborne (6) y Pittman (9) sacando ventajas con una gran gestión de “Tato” Rodríguez (3 asistencias y 5 puntos). Las ventajas fueron rápidas (8-17 y 13-22). Fue lo mejor de Peñarol en el partido: el arranque explosivo. Quilmes tardó un buen rato en meterse en clima.

Cuando Peñarol recurrió a diferentes estrategias zonales, no hizo más que hacerlo pensar a Quilmes, que jugó muy bien contra el triángulo, la 2-1-2 y la 2-3 que le propuso el rival. Calderón comenzó muy liviano contra Osborne en la marca pero después sacó diferencias en ataque con mucha ductilidad. Ganó tan seguido que llegó al final del primer tiempo con 12 puntos (6/9 en dobles) y 7 rebotes, pero condicionado con tres faltas. Calderón fue uno de los responsables directos de la levantada quilmeña. Con más argumentos como equipo, Sebastián Ginóbili se asentó en la base, tomó el liderazgo del partido y fue muy bien secundando por Agustín Carabajal que ingresó para compartir la base ante la mala noche de Sánchez.

Quilmes cerró todos los caminos de Pittman hacia al aro, trabajando muy bien con las ayudas y el ingreso de Muruaga, que erró tres triples a pie firme no fue bueno. Por primera vez en esta era el banco no le daba soluciones a Romano. Quilmes dio vuelta el partido y pasó de perder por 9 (13-22) a ganar por 7 (43-36) con un parcial de 30-14 a falta de 2:30 para la primera mitad. Tenía el partido dominado y a Peñarol confundido.

En el segundo tiempo Peñarol en un abrir y cerrar de ojos emparejó el partido. Fue mucho más duró para marcar y llevó el partido del lado que más le convenía, lo metió en el terreno de la lucha. Calderón volvió condicionado por las tres faltas y Osborne aprovechó con una andanada de puntos. Quilmes se quedó sin gol (3/10 en dobles) fallando tiros cómodos cerca del canasto ante la zona de Peñarol. El partido se equilibro en todo y llegaron 59-60 para el segmento final.

Desde allí el partido se hizo punto a punto hasta el final. Mientras Peñarol arrancó el cuarto errando los primeros tres triples que tiró, Quilmes metió uno de Sepo Ginóbili y otro de Carabajal para sacar una mínima diferencia (65-62 a falta de 6.00).

Desde allí Quilmes se quedó sin Gol. Carabajal erró tres triples, Sepo otro, Stanton dos dobles y Brezzo uno más mientras los hinchas de Quilmes preguntaba ¿falta mucho para que entre Calderón? Peñarol jugó a los autitos chocadores con Pittman que metió un solo doble desde el primer cuarto. Locatelli, Muruaga y Tato Rodríguez no pudieron tomar un solo tiro claro ¿y Mikulas? Nada ¿Y Mata y Diez? nada. ¿Y Osborne? absorbido por la marca de Brezzo. Entonces ¿Cómo ganó Peñarol?.

Calderón no ingresó al juego en el cuarto final porque el Técnico de Quilmes privilegió la defensa con Brezzo (lo hizo de manera excelente) al ataque de Calderón. Quilmes metió 6 puntos en los últimos seis minutos, y estuvo cerca de llevarse el juego, pero hubo alguien que no perdió nunca la fe en si mismo: José Muruaga (22 años y 1.89 mts). Este escolta Tucumano, escopetero por naturaleza, en el medio de un equipo sin respuesta, grogui, clavó un triple cuando perdían por 1; 67-66. Llevó la distancia a dos 67-69 a falta de 1.20 para el cierre. Sepo Ginóbili con dos libres empató en 69 y ahí apareció nuevamente la mano caliente de Muruaga que tras una cortina 5 estrellas de Mikulas pudo tomar con frialdad un tiro a pie firme.

La conversión llevó el partido a tres para Peñarol: 69-72 con menos de un minuto. Después la desesperación de Quilmes en el final y los libres de Festa terminaron la faena. El matador ya había clavado la espada en el corazón quilmeño que latía por una victoria.

El orden de argumentos es: Lucha, convicción y puntería. Cuando Muruaga metió los triples todo Peñarol había metido solo 6 puntos en el cuarto, pero los tomó con la personalidad que se necesita para ganar. Hizo magia… de que otra manera llamarlo.

Síntesis
Quilmes (71): Sebastián Ginóbili 15, Juan Pablo Sánchez 0, Ramzee Stanton 17, Chukie Robinson 10 y Pedro Calderón 17 (FI) Agustín Carabajal 17, Esteban De La Fuente 0 y Diego Brezzo 0. DT Oscar Sánchez.

Peñarol (76): Sebastián Rodríguez 16, Marcos Mata 2, Josh Pittman 11, Jason Osborne 18, Matías Pellettieri 0 (FI); Gabriel Mikulas 11, Sebastián Festa 6, Juan Manuel Locatelli 0, José Muruaga 8, Alejandro Diez 4. DT. Carlos Romano.

Parciales: 54-26, 46-41, 59-60
Árbitros: D Rodrigo y S. Tarifeño
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (5500 espectadores)

Foto: Majo Gil - Depto. de Fotografía de Pick and Roll

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar