La serie en manos de Boca

Los análisis en materia deportiva son intangibles, por lo tanto se juega con las especulaciones de quien lo dice. Muchos señalan que el básquetbol es un juego matemático y no comparto, en todo caso es más parecido a un juego de ajedrez, aunque en la Liga Nacional, es muy difícil encontrar un equipo que sepa bien jugar con movimientos estratégicos (y obedientes) de manera permanente. Eso es más bien para el básquetbol europeo.

La final de la liga nacional refleja al básquetbol argentino en su más pura esencia. Se juega con las venas y con el alma antes que con la cabeza. Este primer punto es indispensable para saber por donde esta pasando la serie entre Peñarol y Boca.

Boca ganó un partido aprovechando el titubeo de su rival que con miedo escénico no supo sobrellevar el inicio de la serie. En el juego dos, el xeneize dominó el segundo tiempo con mejor basquet que Peñarol pero lo perdió en lo anímico. La pregunta es ¿hasta donde cuenta la importancia táctica en estos partidos?. Si por mí fuera, el básquetbol se resolvería sólo por táctica y estrategia, pero no es así y la importancia psicológica es fundamental. Veamos los ejemplos.

Juego uno: Pittman viene de una semana de gripe. Ausente en los entrenamientos. ¿Es esto un argumento para su bajo nivel? Rotundamente no. Hemos visto a Michael Jordan ganar un juego de la serie final contra Utah Jazz con 40 grados de fiebre (puso la serie 3-2 con 38 puntos ese día). No se trata de comparar a Su Majestad con Pittman, se trata de entender los aspectos extradeportivos. También se juega con el corazón. Jordan lo sabía mejor que nadie.

Josh Pittman ha mejorado mucho en su juego individual, sobre todo en el dominio de su mano izquierda y su bandeja de zurda. Antes frenaba y tiraba por izquierda y atacaba el aro por derecha. A esto se le suma un efectivo tiro de cerca, mediana y larga distancia. Pero Josh, siendo uno de los extranjeros más determinantes de la competencia tiene una limitación extra deportiva, él disfruta de su juego pero no de la responsabilidad de ser líder. Ese rol se lo deja a Osborne. Su compañero se carga la mochila y Pittman te hace 20 puntos en un ratito.

Cuando Osborne desaparece Pittman lo siente. En el juego uno, Josh debió tomar responsabilidades que no tomó. Boca defendió muy duro el trapecio propio y contuvo a Pittman con atrapes escalonados. Le negó lo que Pittman más disfruta: el uno contra uno. Es decir, bloqueada la posibilidad de penetración Josh debió apelar al tiro de larga distancia para abrir la defensa y no lo hizo. En cambio en el juego dos, su único triple que lanzó fue su tercer tiro de cancha y lo convirtió. Salió del vestuario ya con otra predisposición. Es bueno resaltar que Pittman apenas tiene un promedio de 2.2 lanzamientos de tres puntos al canasto. Aunque usa mucho su tiro de media distancia, como el que definió el partido el domingo.

Josh se vuelve muy difícil de marcar porque jugando el uno contra uno, en los primeros dos metros saca uno de ventaja. Su primer paso al canasto es demoledor. Pero si le salen problemas al paso, frena y tira. Generalmente con altos porcentajes. Si Pittman esta en una noche encendida es como cuando jugaba el Pichi Campana: hay que marcar a los otros cuatro.

Lo de Josh es apenas un ejemplo del bajón mental que tuvo Peñarol en el juego uno donde todos sus componentes individuales fracasaron en el objetivo de cargarse la responsabilidad del partido. En el segundo juego Peñarol llevó de mejor manera el partido, malgastó la ventaja de 11 y 10 puntos que tomó en dos oportunidades del primer tiempo y se olvido de jugar en la segunda mitad. Pero la capacidad emocional de los jugadores fue distinta todo el juego.

Boca por su parte lució más tranquilo que Peñarol los dos partidos, con la premisa mental de no cometer errores para llegar a un final cerrado, sólo fue llevando el partido. Cuando se dedicó a jugar, fue superior a Peñarol, especialmente en pasajes del tercer y último cuarto del segundo partido. Pero el equipo de Piccato tampoco jugó bien cuando tuvo la pelota en las manos.

Defendió por scouting, propuso muy poco desde su defensa, y en ofensiva trató de ser prolijo, más que eso es difícil encontrar otras cualidades. Hasta el momento el técnico Piccato resolvió sus cambios en su gran mayoría contestando como espejo los cambios de Romano. Si Peñarol iba con doble base o Muruaga de escolta, ingresaban juntos Legaria y Cequeira. Si estaban Pittman y Locatelli, Boca defiende con Oroná y Robinson. Seguramente el hecho de cambiar, muchas veces, de jugador en las cortinas tenga que ver con equiparar la talla en todo momento.

Con muy poco, a Boca le alcanzó para ser superior a Peñarol en la cuenta general de los dos partidos. Es que la final esta instalada más en argumentos emocionales que de juego.

El básquetbol moderno es tan rico en estrategias que uno disfruta con las situaciones que pueden presentar eventualmente dos equipos finalistas. Pero Peñarol no pudo implementar sus defensas combinadas, y apenas extendió un par de veces la defensa en la salida para jugar con atrapes. Luego fue individual y scouting. Boca hizo algo parecido y entre dos equipos con grandes individualidades siempre se apostó a la solución del hombre por arriba del equipo.

La ausencia de juego, Peñarol fue quien más lo sufrió porque jugó muy bien como equipo todo el año, Boca lo puso incómodo y el conjunto de Romano cayó en la trampa. Boca tiene más resoluciones apoyadas en sus jugadores pero cuando se dedica a pasar el balón y juega es tremendo.

La serie esta esperando que Peñarol levante como equipo. A medida que corren los partidos, los jugadores ya se hacen amigos de la presión y disfrutan la serie. Hasta aquí no es el mismo Peñarol de la fase regular. Boca lo dominó desde la estrategia apoyado en la mochila anímica que carga el milrayitas.

Considero un error hacer un repaso de las estadísticas que ofrecen el global de los dos juegos. La Final no está pasando por ahí. En todo caso sirven más los videos para evaluar que tiros se tomaron contestados por la defensa, cuales fueron tomados dentro del sistema y cuales no y finalmente que lanzamientos fueron errados con libertad absoluta.

En el aspecto individual (lo de Pittman fue apenas un ejemplo) vale destacar dos jugadores: Jason Osborne. El mejor jugador de la competencia de la serie regular a mi juicio, falto a clases. Tanto como para que Romano lo siente en el banco en el cierre del juego dos que lo ganó a pura arremetida y jugando con el corazón en la mano. Osborne juega al basquet y si algo le faltó a Peñarol fue precisamente juego.

Para dar un ejemplo de cómo esta soportando Peñarol la final en el ámbito de la lucha: largos minutos del segundo cuarto Peñarol tuvo esta formación en cancha: Tato Rodríguez, José Muruaga (sub 23 – una sola liga de experiencia), Marcos Mata (juvenil – 11 minutos de promedio en la liga), Alejandro Diez (Juvenil – tres temporadas de experiencia como juvenil) y Fernando Calvi (Ex TNA, salvó el descenso con Obras y primera temporada de experiencia en A). Con esos cinco jugadores estaba bancando un rato de la final ante Gutiérrez, Borrel, Legaria y Robinson. Sólo Patricio Rodríguez puede equipararse en esta comparación a lo que se pretende ejemplificar.

Ahora que la serie se traslada a Capital algunas cosas indefectiblemente deberían cambiar. En esencia Boca de local debe presentar una defensa de exigencias distintas, sobre todo porque se termina la especulación. Debe salir a buscar el partido imponiendo su localía. Será la primera vez en una semana que sus jugadores tendrán un día de descanso y esto también es importante. El parate le viene muy bien a Borrel, Leiva y Oroná para recuperar sus energías tras la gripe y al resto para descansar.

Peñarol por su parte sabe que con o sin su público presente tiene mucho más para ofrecer. Sebastián Rodríguez asumió rol de pasador y ser tercera o cuarta opción ofensiva. El año pasado tiraba 11.2 tiros de campo por juego y 4.7 libres, esta temporada lanza 7.9 tiros de campo y 3.6 libres. De todos modos es “Tato” quien debe tomar las riendas del juego, para que su equipo gane en dinámica, lo que habitualmente se denomina como “volumen de juego”. Hasta aquí Cequeira y Legaria han realizado un trabajo excepcional sobre los bases de Peñarol.

Pablo Tosal
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