Análisis previo a Brasil

Casi todos los técnicos han dicho que si fuera solo por el pizarrón hubieran salido campeones muchas veces. Por mucho análisis que hagamos, en donde podemos coincidir o no, después queda la ejecución, principal responsable de las victorias y derrotas.

La previa se presenta complicada porque lamentablemente todavía no sabemos que equipo es Argentina. La selección de Hernández esta vez, por lo motivos que sean, tuvo un comportamiento táctico diferente al resto de los históricos procesos previos y durante las competiciones.

Jugó un gran básquet un mes antes del mundial, en la derrota en España contra el local y la victoria ante el mismo Brasil que enfrentará el martes. Luego en Ankara sacó pecho ante Turquía y le ganó en su casa. No fue característica de esta generación volar alto antes de cada competencia.

Las ausencias y los golpes diezman cualquier rendimiento, pero Argentina lo sufre más porque no le sobra nada. En la sala de espera del vuelo Kayseri-Estambul, un periodista Alemán que se venía a ver la segunda ronda del campeonato me dijo como concepto: “Alemania con un Prigioni, no hubiera quedado afuera, y Argentina lo disfruta, salvo 4 jugadores el resto no parecen jugadores de mundial, son gordos, muy flacos o petizos”. Yo me quedé helado. ¿Cómo podía contestar semejante observación imparcial?

Luis Scola declara, “yo prefiero jugar mal y ganar, que jugar bien y perder” y relativizó el buen partido que se hizo con Serbia, en cambio Pancho Jasen dijo que el grupo después de Serbia se convenció que pueden con cualquiera. Los jugadores mismos están buscando un eje donde encontrar denominadores comunes. Ojo, al básquet no se gana solo con huevos. Esta generación lo sabe más que nadie.

Hay miradas que no deben engañarnos. Esto sería hacer de los resultados de este campeonato una regla de tres simple: Brasil perdió por dos con Estados Unidos, entonces está mejor. Esto no es así. Brasil no llega mejor que la Argentina, tiene menos situaciones críticas ganadas que Argentina en la última década y un entrenador que intenta hace un par de meses predicar una nueva filosofía de trabajo ¿Dónde está la ventaja de Brasil?. No existe tal cosa.

La presencia de Rubén Magnano es más una ventaja para Argentina que para Brasil. Cuando se enfrentan los técnicos de liga nacional, independientemente de los equipos que dirijan y los jugadores que tengan, ya saben que filosofía practican, cuando harán zona, en que momento tiran presión, que ritmo juegan. Luego los jugadores que dirigen le agregan el carácter al equipo.

Magnano y Hernández son viejos contendientes. Se conocen y saben de qué modo uno y otro usan sus recursos y donde ponen el énfasis en defensa. Decía Sergio Hernández con suma lógica que en este campeonato del mundo no hay un cuerpo técnico que no sepa todo del otro equipo. ¿Grecia no sabía como jugaría España, y viceversa?. Estamos en los octavos de final de la Copa del Mundo, acá no existen los improvisados, el nivel de los cuerpos técnicos es excelente.

En la previa del juego hay ventajas y desventajas. Una de las ventajas de Argentina no tiene que ver con Scola sino con nuestra media cancha titular. Saca diferencias de talla que es importante. Marcelo Huertas (1.91 mts ), Leandrinho Barbosa (1.90), Alex García (1.9O) es una media cancha picante, rápida, pero baja para niveles internacionales.

Argentina suma a Prigioni (1.87) Delfino (2.00) y Jasen (1.96). Luego los relevos son otra cosa, porque mientras Cequeira y Paolo bajan la talla, Kammerichs la eleva mucho, mientras que Brasil tiene reemplazos altos como Guilherme (2.04), Marcelinho (2.00) siendo Nezinho (1.85) y Raul (1.84) dos bases chicos. Con un plantel donde el alero titular mide 1.90 y puede subir el balón como Alex, Rubén Magnano eligió llevar tres bases al mundial.

La diferencia de talla puede traer los beneficios de la marca, rigurosa con ventaja, siempre y cuando se frene el juego. La defensa argentina debe obligar a su rival a estacionar el ataque y trabajar el cinco contra cinco. Eso se lo logra teniendo un ataque prolijo. Si Brasil puede utilizar como arma ofensiva, la velocidad de su perímetro, la talla es una desventaja.

En ataque la diferencia de talla tiene una virtud lógica: postear a los aleros. Esto Magnano lo tiene recontra sabido, pero postear a Delfino contra Alex o Huertas obliga a una ayuda inmediata del pivote. Con Scola merodeando el poste bajo, sería un tiburón en aguas cálidas. ¿Rotación lógica? Si se postea el alero, dejarán libre al alero del lado opuesto, por eso es más conveniente postear a Jasen, para dejar a Delfino abierto al tiro de tres puntos.

Esta pequeña ventaja teórica es un precio que asume pagar Magnano para ganar en otras facetas. Argentina es casi seguro que lo hará porque cuando Prigioni tenga el balón en la mano lo dormirá hasta conseguir su sistema. Por ejemplo Estados Unidos con aleros altos jamás lo lograría porque así sea Lebron James el alero (2.03), que no vino, su tendencia acá es jugar rápido y siempre de frente.

Esta larga perorata es solo para justificar la zona que mañana pondrá Brasil. No tengan dudas. Magnano sabe que para mantener a su perímetro titular en cancha debe apelar a la zona en defensa.

En ataque Brasil tienen 37.1% (39/105) en triples y 52% (103/198) en dobles, con Anderson Varejao jugando apenas dos partidos. Argentina suma un 34.8% (40/115) en triples 55.5% en dobles (106/191) con un solo juego de Oberto. A pesar de los grandes tiradores brasileños es la Argentina la que prueba de más de lejos. Incluso Brasil tendría mejor el porcentaje global si no fuera que Leandrinho viene mal con el aro (5/21, 24%). La media cancha titular brasileña (Huertas, Leandrihno, Alex) tiene más tendencia a ir para abajo, a buscar el aro, que la Argentina (Prigioni, Delfino y Jasen) que lanzan más de tres que de dos.

Volvemos a párrafos anteriores, como Argentina todavía no mostró un mismo rendimiento dos partidos seguidos y ha conseguido destellos y miserias es imposible saber como hará para vulnerar la zona brasileña, si con buenos porcentajes en tiros exteriores, si con paciencia y buscando dividir la defensa (algo que hizo poco contra Jordania).

Decía Scola después de Jordania que si la bola entra rápido desde afuera el rival está obligado a sacarla y es verdad que serán claves los primeros 3 tiros al aro contra la zona. De todos modos Magnano no actúa así. Su plan de juego será más rígido. Además la zona no sólo le servirá para protegerse del posteo del los aleros sino que creará un perímetro de protección para rodear a Scola en el poste bajo.

Finalmente podemos imaginar el duelo Varejao-Scola y Tiago-Oberto, con todas las variantes posibles. La presencia de Marcus Vinicius (2.03 buen tiro de tres) y Murilo Becker (2.08, también lanza mucho de tres) en el juego interior le dará la posibilidad a Hernández de jugar con doble ala pivote como le gusta con Leo Gutiérrez (sobre todo contra zona) mientras que Batista (2.11) necesitará de la contención de Román González o Juan Gutiérrez en los relevos.

La ecuación razonable sería que Argentina plante un partido parecido al que elaboró con Serbia, por el ritmo y por los espacios. Ninguna defensa puede marcar todo, pero la defensa madre de esta selección es la individual: línea de pases y ayudas a los rompimientos. Si son unos fenómenos de tres puntos, sería el riesgo lógico que se debe correr. Si lastiman mucho de tres puntos, sin poner la bola interior y sin correr la cancha, sería negocio argentino (en teoría).

Tácticamente la presencia de Fabricio Oberto es muy necesaria. Leamos a Scola una vez más: “Si Oberto no está bien, puede ser un problema, hoy en día si no estás bien, te pasa por arriba cualquiera, cualquiera juega bien.” Comparto y agrego: la presencia de Oberto, aún no bien físicamente tiene importancia en un partido cerrado: son cinco faltas más para dar. Por eso el capitán declaró: “queremos un jugador más, es decir nos va a ayudar sea Fabri o sea cualquiera, el hecho de tener un jugador más, una opción más para colaborar, para dar minutos”. A la argentina no le sobra nada, por eso cada aporte es vital.

Foto: Marcelo Figueras - Prensa CABB

Desde Estambul – Pablo Tosal
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