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07/09/2010 09:41 | Campeonato Mundial Turquía 2010

“En el ´63 fuimos a ver qué pasaba”

Atilio José Fruet tiene, además de una exitosísima carrera como basquetbolista que lo convirtieron en una de las máximas glorias bahienses y argentinas de todos los tiempos, el gran mérito de ser el primer bahiense en jugar un Mundial. Lito --hoy con 69 años-- integró el plantel argentino que disputó el torneo jugado en Brasil en 1963, un año después de la fecha prevista para Filipinas, la sede original. Sucedió que la ex Unión Soviética y Bulgaria se negaron a jugar allí con Formosa (Taiwan) y también por la decisión de Manila de no dar visado a los países comunistas.

El certamen se mudó a Río de Janeiro, donde se compitió del 11 al 25 de mayo. Argentina envió un plantel que se armó de urgencia y al cual Fruet fue convocado como una de las promesas argentinas. Acudieron sin haber alcanzado un mínimo de madurez de conjunto en torneos preliminares como los Panamericanos de San Pablo (nuestro país no participó) y el Sudamericano de Lima.

Para colmo, sólo se concretó una preparación de diez días que lógicamente no fue suficiente para conectar a las individualidades. Por eso el octavo puesto no estuvo para nada mal, luego de una buena participación en la ronda consuelo. “No clasificamos a la fase campeonato pero cuando fuimos a jugar el repechaje lo ganamos. Jugamos la zona estímulo y la ganamos, lo cual para aquellos años fue una buena perfomance en un Mundial”, dijo Lito.

--¿Cómo llegaste a jugar ese Mundial?
--Me parece que dirigían Andrizzi y Barrientos. Ellos me habían llevado al Sudamericano de Lima (cuartos) y después al Mundial de Brasil. Andrizzi era el técnico de Córdoba en los Argentinos y Barrientos el de Santiago del Estero. Eran los equipos a los que mejor les iba en el país. Ahí comenzó la mejor etapa de Provincia y por eso me incluyeron, por haber tenido algunos buenos partidos.

--¿Por qué se improvisó el armado y la preparación?

--Te voy a decir algo: improvisación en aquella época era moneda corriente. No a ese Mundial no al Sudamericano sino a todo lo que fuera Argentina básquetbol y Confederación Argentina, todo era armado de última.

--¿Sólo por el hecho de que eran amateurs?

--Improvisación era una palabra común.

--¿Cómo era el equipo?, ¿había potencial?

--Había equipo, teníamos nombres importantes. Hoy se me mezclan pero de ese Mundial me acuerdo que tuve de compañero de habitación a Víctor Le Bihan, un santafesino. Muy buen jugador y compañero con quien cada tanto todavía nos hablamos.

--¿Qué te dejó como enseñanza tu primer Mundial?

--Los torneos internacionales que me tocó jugar con Argentina me dejaron picando la palabra que vos usaste primero. Porque la improvisación nos llevaba a un falso rendimiento. Teníamos conjunto y nombres pero no estábamos preparados para un orden internacional, incluyendo a los técnicos.

--¿También?

--Sí porque jugaban mucho tiempo del partido con los mismos jugadores, teniendo diez o doce de primera línea. Además no nos preparábamos tan bien físicamente, con una dieta como ya lo hacían los europeos.

--¿Qué comían?

--Lo mismo que en nuestra casa.

--¿Con vino?

--Tomábamos vino en las comidas, comíamos bien y te diría que en el caso del plantel en sí, recuerdo que cada uno de nosotros si no estábamos dentro de la dieta habitual que teníamos en nuestros hogares... como te puedo decir, je, cambiábamos de carácter. Yo era medio pibe pero los otros que dominaban el ambiente se ponían bravos. Para que tengas una idea, en el Mundial de Uruguay 1967 (NdR: compartido con una subsede en nuestro país y en el que Fruet fue capitán) convivíamos con los rusos en el mismo hotel y en el mismo piso. Nos tocaba el mismo horario de almuerzo y cena. A mí me llamó la atención cómo ya entonces los rusos se cuidaban. Todos tomaban agua mineral e ingerían comidas con otras proteínas. Nosotros hacíamos todo al revés.

“Volvimos conformes”
--¿Cómo era la convivencia del grupo argentino?
--Buena. Me tocó que me dirigiera una dupla provinciana y gran parte del plantel también lo era. Después, en el Mundial de Uruguay fue diferente y Casimiro (González Trilla) llevó de base a los porteños. En nuestro equipo estaba el Caña Desimone, que jugaba en Boca y después del Mundial se fue a jugar a Europa. Fue uno de los primeros. El tucumano Zoilo Domínguez ya estaba jugando en Estados Unidos. Eran tipos de 2m05 o 2m10. Pero los únicos, porque no teníamos mucha altura.

--¿Qué otros aspectos observabas de los rivales?

--Por ejemplo, el básquetbol europeo se movía ya en otra sintonía. A los sudamericanos nos superaban. Ya vivían el cambio basquetbolístico. Nos superaban física y técnicamente. Igual que los entrenadores. Hoy, mirando atrás después de cincuenta años, me doy cuenta que los brasileños han sido un ejemplo en Sudamérica. No sólo mejoraron en la parte deportiva sino también en política, comercio exterior, en todo. De aquellos años a hoy siguieron un ritmo impresionante que los ubica entre las cinco potencias mundiales. A ese Mundial los tipos se prepararon con un equipo impresionante y fueron los campeones (NdR: lo integraron Amaury, Jathyr, Rosabranca, Mosquito, Ubiratán y Wlamir, entre otros).

--Y Argentina fue a ver qué pasaba...

--Exacto, así ocurrió. Pero volvimos conformes, eh. A pesar que no clasificamos a la ronda campeonato, esos triunfos en la zona estímulo ante Perú y Uruguay nos dejaron contentos.

--¿De dónde salía la plata para afrontar viajes y estadía?

--Se movían en Capital algunos aficionados al básquetbol que juntaban para que uno pudiera viajar y hacerse ver. No cobrábamos viáticos ni nada. Era todo esfuerzo. Y para que veas qué lejos estábamos del básquetbol, en ese Mundial le cambié a un jugador de Estados Unidos cuatro pares de zapatillas. Unas Pirelli, las Kelly y otras más que no recuerdo. Pero se las cambié por unas All Star bajas que las usé en Bahía y en Argentina en general. Acá era todo un ídolo usándolas.

--En el Mundial ´67 lógicamente te sentiste más maduro.

--Fue distinto. Habían pasado cuatro años. Estaba en edad y hubo otras ideas para practicar. Nos armamos mejor. Me acuerdo que nos entrenábamos más. Argentina no desentonó pero no se nos daba por el aspecto físico, en el que éramos inferiores. En mi caso fui un jugador de 40 minutos. Hoy me doy cuenta que si me hubieran calibrado mejor, por ejemplo jugando diez o quince por partido, mi rendimiento hubiera sido diferente.

--Por último, ¿qué opinás del Seleccionado que compite en Turquía?

--Al equipo no lo noto completo como en otros años. Las ausencias se están sintiendo en la rotación, pero veo a un Scola que nunca hubiera imaginado que alcanzaría este nivel. Por otra parte, hay un buen acople de Delfino. Si bien no será fácil avanzar, estos chicos tienen un empuje y un equipo inicial respetable. En general observo que el nivel es parejo. Por eso nos va a costar.

Así le fue
El debut de Fruet en el seleccionado argentino se produjo el 13 de mayo de 1963 en la caída ante Italia por 91 a 73. Lito convirtió 1 punto en ese partido, pero con el correr del torneo sumó minutos y totalizó 50 puntos en siete encuentros.

Aquellos albicelestes
Además de Fruet, el plantel nacional que jugó en Río de Janeiro ´63 lo completaron Chazarreta, H. Oliva, Domínguez, Desimone, Lutringer, Tulli, Moreno, Le Bihan, Caccimani, S. Oliva y Tozzi.

Posiciones finales
El campeón en Río fue Brasil (récord de 6 victorias y ninguna derrota), seguido por Yugoslavia, Unión Soviética, Estados Unidos, Francia, Puerto Rico, Italia, Argentina, México, Uruguay, Canadá, Perú y Japón.

Biografía de bolsillo
Atilio José Fruet es bahiense (27-10-1941). Empezó a practicar en Estudiantes pero aún siendo menor cambió a Independiente, donde en forma consecutiva fue campeón de Tercera, Segunda y Primera. Empezó jugando en el puesto de “cinco” pero a medida que fue madurando como jugador pasó a desempeñarse de “cuatro” y “tres”.

Olimpo lo vio y se lo llevó en marzo del ´60. Con el aurinegro no se cansó de ganar títulos locales (en Primera, por ejemplo, temporadas 1961, ´62, ´64, ´66, ´67, ´68, ´69, ´71, ´72, ´73 y ´74). Fue campeón del Nacional de Clubes del ´74 y tiene un récord personal en puntos convertidos en un partido (62).

Su temperamento, condiciones técnicas y permanente hambre de triunfos lo convirtieron en uno de los íconos del básquetbol bahiense. Así se proyectó a nivel provincial, nacional e internacional. Decidió retirarse a los 31 años, aunque luego fue entrenador de Olimpo (una temporada) y dirigente, rol que también llevó a cabo en Independiente.

Vive con su familia en nuestra ciudad y es el titular de una empresa de materiales eléctricos e iluminación.

Fuente: Ricardo Sbrana - Dario La Nueva Provincia.