Pisani “Tengo más fuerzas que nunca como entrenador”

Calmo, tratando de asumir la decisión dirigencia y con la tranquilidad de haber dado todo desde que fue --y antes también-- nombrado en su cargo, el técnico bahiense habló con “La Nueva Provincia”.

--¿Te sorprendió la decisión?
--La verdad que no me sorprendió, porque ya habíamos tenido algunas charlas con Pepe (Sánchez) de que podía darse algún cambio de perfil de entrenador. Creo que, por diferentes motivos, sentía que se había terminado un ciclo.

--Después de los buenos resultados en playoffs, ¿igual sabías que tu futuro no estaba en Bahía Estudiantes?
--Nunca pensé si continuaba o no. Lo fui manejando mucho en la intimidad, junto con Alejandro (Montecchia) y Mauro (Polla), el resto del cuerpo técnico y los dos pilares en los que me apoyé. El día a día dejé lo mejor de mí y que el proyecto fuera lo más exitoso, tanto en lo deportivo como en lo extradeportivo. El sentido de pertenencia que tuve desde el primer día, no me permitía pensar a futuro y sí disfrutar al máximo cada día.

--Durante toda la vida fuiste amigo de Pepe y entraste al proyecto siendo un técnico novato en la Liga, por lo tanto se te vínculo al cargo por tu amistad con él. ¿Cómo sobrellevaste durante dos temporadas esta relación?
--El vínculo estuvo desde el primer día. La oportunidad que se me dio fue generada por Pepe. Por eso, en este proceso siempre vi el vaso lleno. Como organización y proyecto cumplimos los objetivos deportivos y extradeportivos, pero no por esfuerzo de José Luis Pisani, sino de todos. Estoy totalmente agradecido. Y me hice cargo de la situación demostrando dedicación, trabajo y compromiso, con mis defectos, mis virtudes y mi inexperiencia con la que inicié. Logré que los jugadores tuvieran sentido de pertenencia dentro y fuera de la cancha, y creo que los resultados deportivos fueron positivos.

--¿Se debilitó la amistad con Pepe?
--La relación en estos dos años siempre fue de entrenador a jugador. El profesionalismo más riguroso lo sufrí yo, por cómo es Pepe como persona y lo que exige, al extremo. Y eso ayuda a mejorar y crecer. Nos conocemos muchísimo como persona y creo que las cosas cambian únicamente por la relación laboral, como cuando me tocó dirigir a mi hermano o a algún otro amigo.

--Más allá del dolor, ¿despegarte puede significar un progreso individual para vos?
--Siempre me voy a sentir vinculado a este proyecto, porque lo vi nacer hace varios años. De ahí mi sentido de pertenencia, pasión y locura que le puse desde siempre. Y el agradecimiento de haber podido ser el entrenador de un equipo donde estaba Pepe, Juan (Espil) y el Puma (Montecchia). Fue un sueño hecho realidad. Pude devolverlo, en mayor o menor medida, con toda mi capacidad como persona y entrenador de básquet. Dejé lo mejor como ser humano y entrenador. Mi cuerpo técnico se exprimió al máximo. Dirigí 101 partidos en la Liga y, sin lugar a dudas, me ayudaron para crecer como entrenador. Para lo que viene hoy en día, me siento más capacitado y seguro. Confío en poder dar un salto de calidad, para lo cual tengo que seguir preparándome y estudiando“.

--La experiencia era algo que no podías conseguir trabajando ni estudiando, porque se logra con el tiempo. ¿Fue uno de los argumentos que te planteó la dirigencia?
--Si Juan (Espil) y Mariano (Grippo), que fueron los que me hablaron, consideraron mi inexperiencia, no es nada descabellado. Empecé como entrenador de este proyecto cuando había dirigido cuatro años la Liga B y dos el TNA. La inexperiencia era evidente y en eso Pepe demostró su espalda para darme el equipo y hacerse cargo también. Fue muy meritorio ponerme al frente del proyecto. Estaba claro que él podía conocer más que nadie mi capacidad o mi incapacidad. Tuve el respaldo y la paciencia de gente con espalda ancha cuando se perdieron seis partidos de visitante o cuando hubo que esperar una temporada para dar el salto de calidad”.

--¿Qué sueño se apagó para vos?
--No creo que se me haya apagado ningún sueño. En lo personal, tengo más fuerzas que nunca para seguir cumpliendo mis sueños. Y deseo que el sueño de la gente que está detrás de la organización se concrete, más allá que si mañana estoy en la vereda de enfrente voy a tratar de ganarles, porque es mi trabajo. Pero se me cumplió un sueño hermoso, como dirigir a Pepe y Juan. Entrar a un vestuario y verlos a ellos, la cancha llena o muchísima gente en el último partido. Creo que fue el resultado de un proyecto que abrazó la ciudad. Ojalá que sea cuidado y querido. Más que nunca, es el momento para dar otro salto competitivo. Lo deseo de corazón. Particularmente, estaré eternamente agradecido de haber cumplido un sueño. Y tengo más fuerzas que nunca como entrenador para repetir lo que hice a los 25 años: armar el bolso e irme de Bahía para empezar a recorrer el camino de entrenador profesional.


Fuente: Fernando Rodríguez/“La Nueva Provincia”