Renace “el Bebe”

Su decisión está en pañales, pero Fabricio ya pide paciencia. Piensa en su vuelta, en el primer partido, y es categórico en la solicitud: “Pido a la gente y a la prensa que me tengan paciencia en mis primeros partidos”. Y además se adelanta y bromea: “Si no estoy a la altura de la situación el primero que va a hablar con Felo, y le va decir ¡estoy hecho un perro!, voy a ser yo, antes que él me lo diga”.

Oberto demuestra su intachable responsabilidad profesional, y su compromiso por hacer de esta vuelta al básquet argentino, algo que ayude a su Atenas de Córdoba. La determinación está cargada de amor y pasión, y a su vez de generosidad: “Me siento como si recién estuviera llegando de las Varillas y bajando del colectivo con toda la ilusión de un juvenil”.

El “Bebe”, como le dicen algunos amigos, tiene a un padre adoptivo. Que le enseñó a transitar sus primeros pasos en el deporte profesional. Lo abrazó, lo abrigó de pibe, y lo sedujo a darse una nueva chance. “Con Felo (Lábaque) me une una amistad muy grande, es mi padrino basquetbolístico desde que llegue a Atenas la primera vez”.

Cuando la vida te llena de piñas, los antídotos se multiplican. Y el ejercicio de reponerse, y salir inmune, parece ser más sencillo. Fabricio Oberto sabe de esto. Pero no deja de ser optimista. Hasta se atreve a jugar con una dolorosa enfermedad que lo dejó sin básquet por un tiempo: “Ahora estoy sintiendo la arritmia. No me pasaba hace mucho”.

Oberto pone la vara alta. Como lo hizo siempre en su carrera. Su experiencia legitima sus deseos. Y sus palabras alegran a la familia de Atenas. ¿Cómo pensar que después de tantos logros “el Bebe” pueda asegurar?... “Estoy ante el desafío más grande de mi carrera. Quiero ser campeón. Si no, no volvería a jugar“.

Volver, como lo hizo en 2010 en el Mundial de Turquía. Con el corazón lleno de amor por la selección. Volver, como volvió de una terrible enfermedad en ese mismo mundial y brilló contra Brasil. Volver, a la mejor Liga del mundo cuando Portland decidió ficharlo.

Volver, como en 2011. Ante su gente, con sus amigos y tras un incasable trabajo de preparación (en silencio y con poco ruido mediático). Para llevarse en sus retinas y en sus oidos el reconocimiento de un país, que lo aplaudió y le perforó el alma. Regresar así vale la pena. El amor moviliza todo, y Oberto tiene mucho por dar. Y más por recibir. Se lo ganó.

Renacer. El “Bebe” de Las Varillas decidió volver. Será otra vuelta. Diferente a las anteriores. En este retorno desborda la felicidad, el asombro y los recuerdos. Es volver a dónde todo empezó para Oberto. Es volver a su casa, ante su gente, su familia y amigos. Es volver a la Liga que le sacó los pañales, y tras 5 temporadas, lo sacudió a las mejores competencias del mundo, y lo transformó en uno de los pivotes más grandes de la historia de la argentina.

Matias Traversa
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