Eseverri: “Si pudieran entrar jugarían como yo”

No es una despedida cualquiera. Porque no fueron tres años que pasaron y nada más. El recorrido de Gregorio Eseverri y Quilmes tuvo a la intensidad como rasgo esencial. Por lo que el “Goyo” dejó en cada partido y por los resultados deportivos del “Cervecero” en el básquet argentino.

Juntos a la par vivieron dos ascensos y un descenso. Desde 2010 hasta hace unos días, el polifuncional perimetral nicoleño defendió los colores negro, rojo y blanco como pocos. Entonces, en el trayecto enamoró a los hinchas. En las buenas y en las malas, la gente se identificó con su estilo.

Días después de confirmar su pase a Alianza Viedma, Eseverri visitó El Atlántico para recordar los rasgos salientes de su estadía en Quilmes.

-Te vas tras tres años cuya principal característica ha sido la intensidad.
-La verdad es que sí. En el primer año, el objetivo era ascender. Tuvimos un año muy duro porque los resultados no fueron abrumadores y recién en los playoffs terminamos de consolidar un equipo fuerte y temible con la llegada de Mac Hopson.

-El primer regreso a la A no fue muy dulce.
-Todo se cayó en un par de meses, porque en el inicio de la Liga ya tuvimos muchos conflictos. Entonces nos quedó un sabor agridulce.

-Y de nuevo al TNA, aunque con otra idea.
-Claro. Se armó un equipo tranquilo con la idea de sanear el club, traer jugadores identificados, poner un cuerpo técnico propio y darles protagonismo a los juveniles. Pero armamos un grupo tremendo, que es lo que llevó a Quilmes de nuevo a la A.

-Tu paso por Quilmes es intenso por el hecho de subir y bajar y de tantas cosas fuertes que pasaron.
-Sí. Personalmente son emociones muy fuertes. Yo no había estado en el primer descenso, pero te terminás empapando de esos sentimientos que le quedan a la gente y a los jugadores que repitieron. E inmediatamente ascender fue un golpe fuerte, después descender. Todo lo que me pasó fue muy intenso.

-¿Qué te llevás?
-La parte linda, o positiva, son las dos temporadas del ascenso. Fueron distintas en todo sentido. Una fue una necesidad y la otra no era una prioridad, pero terminó siendo un deseo del grupo. Fuimos para adelante a pesar de todos los problemas. Y lo feo es la desgracia de la mala temporada que tuvimos en la A. Lo sufrimos mucho porque éramos varios los que veníamos de ascender y no pudimos lograr esa continuidad. Y la sucesión de derrotas y malos resultados hicieron que uno no pueda estar contento porque está constantemente presionado y enojado.

-¿Te vas sin deudas con Quilmes?
-Me voy sin deudas conmigo. Creo que me podía ir sin deudas aun tras haber descendido porque yo no iba a marcar la diferencia en la Liga A como para que Quilmes se quede. No nos íbamos a salvar del descenso por mis actuaciones, pero sí me sentía parte responsable, así que al tener otro año de contrato decidí quedarme aunque jugaran con Juveniles o un equipo bárbaro. No me interesaba qué armaran, yo quería poner la cara. Me quedé y me vino bien porque pude resarcirme personalmente por la deuda moral que se genera con la gente y con el club.

-Te invierto los factores. ¿Quilmes te deja deudas?
-No. Hay algo que está muy claro y que uno entiende cuando está mucho tiempo en el club: Quilmes es la gente. Ellos lo llevan adelante, más allá de los dirigentes. El amor que me dieron en estos tres años, en los buenos momentos y en los malos, fue increíble. A mí me sorprendió lo que me apoyaron en el descenso. Porque es fácil palmearte cuando salís campeón, pero cuando nos fuimos a la B, había 100 personas afuera del Poli. Eso me emocionó mucho, al igual que las caravanas cuando ganamos y las canchas llenas. Son cosas que no me voy a olvidar más. Ese es el resumen. No me quedan deudas y no dejo deudas. La gente siempre me pagó con cariño.

-¿Por qué pensás que la gente te quiere tanto?
-Creo que por mi forma de juego, que no pasa tanto por el talento o las condiciones naturales. No tengo un juego tan vistoso. Y se identifican con eso. Me dicen que si pudieran entrar a la cancha jugarían como yo, o que así lo harían ellos en cuanto a las ganas. Dicen que parezco nacido en el club. Esa es mi forma de jugar y no conozco otra. Se puede mejorar basquetbolísticamente, lo técnico y táctico, pero hay cosas que no se negocian y siempre voy a sentir que el que está adelante no es mejor que yo, que lo puedo defender, robarle la pelota y ganarle. Creo que ellos se veían reflejados.

-¿Qué vas a extrañar de Mar del Plata?
-Lo que más voy a extrañar es a Cecilia, mi novia. Y además a su familia y a muchos amigos. Gente que desde antes de conocerme me ofreció estar con ellos y eso se valora. Son relaciones que empezaron hace tres años y hoy siguen, así que esas son las cosas que uno se lleva. Eso habla de que sos buena persona.

-¿Vas a ir a la cancha a ver a Quilmes?
-Si se da la chance, seguro. Lo que pasa es que no sé cuánto tiempo voy a tener cuando vuelva a Mar del Plata. Si coincide sí, porque es muy lindo ir al Once Unidos. Además, me quedan muchos amigos en el equipo.

-¿A la Popular?
-Naaaa (risas). Estoy medio viejo ya para ir a la Popular (más risas). Creo que me voy a sentar “tranquilito” en una platea, pero si el partido se pone picante va a ser lindo revivir desde afuera lo que se siente cuando jugás en esa cancha.

-¿Ya te imaginaste ese momento?
-No, pero me pasó cuando estuve lesionado. Te ponés loco y querés entrar. Lo que se genera en esa cancha es raro, como mágico. Verlo más de afuera debe ser lindo. Calculo que me van a dar ganas de estar adentro, pero también sé que voy a estar en otro equipo. Tengo que asumir que ya es parte del pasado, entonces lo disfrutaré como un partido de básquet donde juegan muchos amigos.

-¿Pensaste que no te ibas a ir nunca de Quilmes?
-No sé si creí que no me iba a ir nunca. Pero pensaba que siempre de alguna manera tendría mi lugar en los equipos del club, por la forma de jugar y por los logros. Creo que por ahí al no tener tantas exigencias ofensivas ni demandar protagonismo en el equipo, siempre es más fácil encontrar tu lugar.

-¿Vas a volver?
-Y… si supiera todo lo que va a pasar, jugaría a la Quiniela. No, de verdad, cuando uno se va de un club donde lo quieren tanto, siempre siente que quiere volver. En cualquier momento. Creo que la situación se va a dar como para regresar en el futuro. Pero para eso hay que esperar. Yo ahora tengo la cabeza puesta en otros objetivos que están lejos del club. Esa es una pregunta que queda abierta y que se contestará dentro de algunos años.

-Si en una charla con alguien que no te conoce, te pregunta si te gusta el básquet y de qué equipo sos hincha, ¿le decís de Belgrano de San Nicolás y de Quilmes?
-No, no. Yo soy hincha de Belgrano. No se puede ser de dos equipos. Ahí nací e hice todo, básquet, fútbol, natación, pasé veranos y Fiestas. Que por ningún otro club siento el arraigo que siento por Quilmes es verdad. Las cosas que viví acá son iguales a las que me tocó vivir en San Nicolás. Y si hubiera nacido en Mar del Plata sería de Quilmes.

-¿Qué te llevás de los clásicos?
-Que son la mayor muestra de pasión en el básquet argentino. No hay otro igual al partido Quilmes - Peñarol. Hay fanatismo, locura. Tienen que explotarlo más. Me llevo los mejores recuerdos de esos juegos. Por la adrenalina y la emoción.

-Y vos que sos de escuchar rock nacional, ¿con qué frase graficarías tu paso por Quilmes?
-Justo hace unos días la gente me hizo una cena y me puso una frase que dice: “en tu andar veo mi andar y somos los mismos de siempre”. Es justa para el momento, porque siempre me apoyaron las mismas personas, en el Once Unidos y en cualquier cancha. A pesar de los malos resultados y los buenos, estuvo la misma gente. No es que cuando ascendimos había 11000 y cuando descendimos eran 4. Siempre eran los mismos los que estaban ahí. Y por esos me llevo un cariño especial.

BIEN AL SUR

-¿Por qué elegiste Alianza Viedma?
-Cuando vi que no iba a ser tenido en cuenta en Quilmes, empecé a escuchar ofertas del TNA. Quería un equipo que sea serio en cuanto a la organización y que tenga como objetivo ascender. Aparecieron algunos y Viedma fue el que hizo la mejor oferta. La propuesta fue muy buena y la mejoraron con esfuerzo. Cuando un club hace eso para tenerte, es porque te quieren y eso te convence mucho.

-¿Qué equipo armaron?
-Todavía les falta sumar un extranjero de pivote y un Sub 23 de relevo. Está Nicolás Paletta de base, Pablo Gil de escolta, yo de alero junto con Martín Aguirrezabala; y también Mariano Franco y Facundo Brizuela.

-¿Que te acordás de los partidos que jugaste con Quilmes allá?
-Era una cancha que se llenaba, y linda para jugar. Y me acuerdo que jugamos muy mal y perdimos. Ellos tuvieron una localía fuerte durante todo el año, algo que es clave en el TNA. También recuerdo que nos ganaron el primer partido en Once Unidos.

-¿Y qué sabés de Viedma ciudad?
-Mucho no vi cuando fuimos a jugar. No tuvimos tanto tiempo libre. Pero sé que tiene una linda costanera que la divide de Carmen de Patagones. Es la capital de Río Negro y es lo mejor de la provincia. Es linda. Tengo buenas expectativas.

Fuente y foto: Diario El Atlántico.