Ya en las cercanías del histórico Héctor Etchart se vivía con alegría. Mucha gente caminaba por las veredas con banderas, globos, gorros para ocupar un lugar en la fiesta que festejó anoche Ferro.
Desde el más grande al más pequeño. Todos se saludaban, todos conocidos. La familia verde unida en todas sus edades. Los nenes corriendo, saltando. Mientras que los mayores rememoraban viejas épocas de gloria del básquet de Oeste.
Todo era un marco de fiesta, la gente ubicada en sus asientos, y llenando cada lugar que quedaba en el estadio. Todo teñido de verde, como tenía que ser a la espera de que salgan los jugadores para poder presenciar una noche inolvidable.
Los cánticos se escucharon durante toda la noche. Al momento de recibir a los jugadores los aplausos y las emociones se hicieron sentir. Pero el momento más especial se vivió cuando hizo su ingreso el gran Miguel Cortijo. La gente hizo estallar el Etchart para ovacionar a uno de los más grandes del básquet Verdolaga.
Hubo menciones especiales para los más históricos (Ver nota “Ferro lanzó la temporada a toda orquesta”). La gente festejaba cada punto como si fuese el de un torneo oficial. Las lágrimas se caían de algunos ojos. Las cámaras no daban abasto, muchos flashes para dejar guardada una noche más que importante para la gente de Caballito.
En el final se vivió la parte más emotiva de la noche. Desde la tribuna que está enfrente a los bancos de suplentes se destapó un cartel para darle nombre a la “Tribuna Miguel Cortijo”. El público se puso en su totalidad de pie para aplaudir largamente a su gloria honrada.
Sin dudas que fue una noche inolvidable para los de Caballito. La gente se fue feliz, todos con una sonrisa en su rostro y con la esperanza de que el básquet de Ferro vuelva a la elite nacional.