0-800 Campazzo

Voy en primera persona porque cuesta contarlo en tercera persona omnisciente. Pocas veces en mi vida de incontables partidos de básquet vi algo igual. Lo primero que tengo que hacer ahora es vencer la necesidad de adjetivar.

Porque es inevitable deshacerse en elogios ante tamaña demostración de coraje y talento que mostró Facundo Campazzo anoche en el Polideportivo. Ya sé que la gente de Quilmes no estará contenta con una derrota, que es imposible mantener la mirada racional, pero también fueron testigos de un hecho diferente (y lo saben) que hubo un duende haciendo magia. Una explosión de básquet en un solo jugador que le privó a Quilmes la victoria que por conducta de juego y sentido de equipo hasta se merecía.

Pero él no lo quiso. Campazzo fue la barrera que se impuso entre la victoria y Quilmes. Pero fue mucho más que un muro, porque si se tratara solo de acumular puntos o asistencias sería fácil describirlo.

Hizo más que eso. En el primer juego de la serie Campazzo atacó el aro. Anoche atacó el corazón del rival. Fue el dueño de los tiempos del partido en el medio de la crisis que vivió el equipo. Y la gente lo sabía… porque es esa clase de partido donde el hincha se agarra de la butaca y dice “bueeeeeeno, a esperar el milagro”. Sabían que Quilmes tenía el partido en su poder a pesar que nunca contó con una distancia grande en el tanteador. Y hubo milagro.

Leandro Ramella sorprendió con la salida de Maciel como titular y Ghersetti de pivote. El técnico de Quilmes intuyó que la variante táctica le daría la posibilidad de amenazar mejor con el tiro externo de Maciel y abrir un poco más la pintura ante el bloque defensivo “anti-Baxley”.

La teoría resultó correcta. Peñarol no encontró respuestas defensivas y Maciel castigó con 8 puntos y dos triples una defensa que lo subestimó. Sahdi entró bien pero se fue diluyendo en el pase del balón y con cuatro pérdidas en el segmento le quitó ritmo ofensivo a su equipo. Peñarol era el equipo que chocó todo el primer tiempo del juego uno. El mismo.

La defensa del pick a Campazzo se resolvió con acompañarlo y mandarlo para el aro. La trampa era dejarlo penetrar sabiendo que daría el pase. Y Facu se tomó todo el primer tiempo para leer el partido y darse cuenta que por ese camino llevaba a su equipo a un precipicio.

Quilmes nunca soltó a Leo Gutiérrez que está jugando la serie de Play Offs más incómoda de su vida deportiva. Atado, fastidioso y errático. El gran baluarte de Peñarol no da pie con bola y se fastidia con la marca al punto de convertir el ida y vuelta en una guerra de posiciones y fricción. Leiva alterna buenas y malas, aunque detrás de Campazzo es lo mejor de su equipo, tampoco juega cómodo.

Quilmes hace rato que tiene contenido el pick a Leiva donde el pivote recibe el pase en la caída. Ya no hay pase, Leiva se tiene que fabricar el espacio solo, usando los codos, las piernas, los brazos. La experiencia de Martín ha sido fundamental para su equipo en esta serie.

En el medio de todo esto la diferencia la podía hacer Peñarol con Boccia pero anoche volvió a estar errático. Y sin la lluvia de triples de Sosa del segundo juego, Peñarol fue inofensivo.

Quilmes tuvo a Baxley completamente dominado, pero encontró los triples del primer cuarto (4/5) y la aparición fulgurante de Romero (10 pts) en el segundo cuarto. La conexión Vildoza – Romero fue muy buena y sobre todo el pivote cargando el rebote ofensivo para desnudar falencias de bloqueo del conjunto del Tulo Rivero.

Mientras Peñarol lanzó 1/5 en triples en todo el primer tiempo (¿leyeron bien? uno de cinco en triples) Quilmes tiró 4/8 y tuvo una forma mucho más fluida de llegar al ataque. ¿Cómo lo logró?. Sacando a Baxley de la formación. Cuando el equipo de Ramella no ve a Walter en la cancha se pasa la pelota y construye un juego de pases y cortinas que va desarticulando la defensa rival. Con Baxley en el rectángulo el moreno se encarga de ir por arriba de los cinco jugadores rivales hasta acá con más mala pericia que buena.

Lo más curioso del primer tiempo fue el resultado: 39-37. Un tanteador que no se dio la mano con el desarrollo. Peñarol apenas perdía por dos en el tablero, lo que estaba perdiendo por afano en el juego.

Y el tercer cuarto fue más de lo mismo en los primeros 5 minutos. Ghersetti volvió al juego con un triple y un doble y Quilmes manejó una ventaja de seis (48-42) pero los cinco triples en soledad que tomó después de venir de un recupero o un rebote los erró a todos. Era el momento para que el cervecero tome la distancia que su juego indicaba. No obstante no pudo porque no supo cómo.

Las esperanzas de Peñarol se alimentaron con 5 pérdidas en 4 minutos que tuvo Quilmes. Entonces Campazzo se dio cuenta que ya no había más tiempo de hacer jugar el equipo. Pero lo hizo diferente a la primera vez. Creó una expectativa de pase, de amenaza. No se apuró, no lo hizo de guapo para cambiar gol por gol. Le mostró a sus compañeros que todavía era posible jugar, pero a su vez le mostró a la defensa de Quilmes su trampa era muy vulnerable. La desarticuló con 13 puntos seguidos en 5 minutos del tercer parcial.

Cuando entraron al último cuarto Campazzo había logrado dar vuelta el tanteador y Peñarol ganaba 55-56. Se podrá argumentar (equivocadamente) que Peñarol lo logró frenar a Quilmes en el tercer cuarto con gestión defensiva de equipo. Boccia y Leiva, dos emblemas de la defensa tuvieron que ir al banco porque no encontraban el partido.

El último cuarto abrió con dos dobles de Baxley que le dieron ventaja de 3 (59-56). Hasta allí llegó Quilmes. En una secuencia furiosa Campazzo se comió la cancha con una seguidilla de puntos y pases para desarmar la defensa rival. Mientras Quilmes se equivocaba en casi todo lo que intentó. Pero antes que nada (y principalmente) se fue mentalmente del partido perdiendo el control del juego.

Es allí donde empieza a construirse el bloque defensivo de Peñarol nuevamente. Y Leiva con Gutiérrez cerraron el poste bajo. Boccia con Fisher se encargaron de Baxley y Campazzo de Vildoza.

El pequeño gran talento que tiene Quilmes, Vildoza, mostró su grado de inconciencia al no poder manejar los ritmos en un momento que el partido hervía. Cuidando poco y nada el balón y dándole destino incierto. Su cambió se demoró mucho tanto como el reingreso de Romero. Ambas situaciones criticables en el banco de Quilmes. Pero tampoco es mucho lo que pueda objetarse a Ramella.

Porque Peñarol estuvo tan maniatado que cuesta recordar cuando fue la última vez que en el poli un equipo lo dominó de semejante manera. Y Mientras en la recta final Quilmes chocaba contra la defensa milrayitas, Campazzo empezó a sacar conejos y pañuelos de su galera. Haciendo que el alma le vaya regresando lentamente al cuerpo de cada hincha, sabiendo que el milagro pedido tenía nombre y apellido.

Finalmente y ya con 7 puntos de ventaja (64-71) y a falta de 2 minutos y medio Leo Gutiérrez metió un triple que le dio un mazazo final a las ambiciones cerveceras.

Todo lo que Quilmes construyó en 35 minutos de juego fue para ganar. Pero a veces el básquet tiene como respuesta a un genio en el equipo rival. Peñarol lo tuvo a Campazzo que como nunca salvó a su equipo del naufragio.

Y no hace falta ser muy analista para darse cuenta que de seguir jugando así el futuro de Peñarol en este mismo torneo no es venturoso. Perdió las situaciones positivas que había conseguido en el juego dos y dio un paso hacia atrás en la construcción de equipo. ¿Qué ganó el partido? Si claro y la victoria vale oro. Pero eso de prender velas y encargarles a los Santos que iluminen a Campazzo puede ser un arma de doble filo. Quilmes sabe que puede ganar habiendo dominado a su rival pero para hacerlo deberá animarse a encontrar un jugador que se haga cargo de todo en el cierre, o bien tomar todas las buenas decisiones que no tomó como equipo en este partido.

La serie está abierta y el básquet agradecido. Porque sin proponérselo le están reglando a Mar del Plata la más grande historia de Play Offs en los clásicos.

Síntesis
Quilmes (68): Fabián Sahdi 8, Walter Baxley 7, Federico Marín 8, Maximiliano Maciel 17, Mario Ghersetti 8 (FI) Diego Romero 12, Tayavek Gallizzi 2, Luca Vildoza 6, Lucas Ortiz 0, Facundo Piñero 0. DT: Leandro Ramella.

Peñarol (80): Facundo Campazzo 32, Forrest Fisher 8, Adrián Boccia 10, Leonardo Gutiérrez 9, Martín Leiva 11 (FI) Axel Weigand 0, Isaac Sosa 3, Matías Ibarra 3, Franco Giorgetti 3, Gabriel Fernández 1. DT: Fernando Rivero

Parciales: 19-19, 39-37, 55-56 y 68-80
Árbitros: Daniel Rodrigo, Roberto Smith y Leonardo Zalazar
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (Mar del Plata).

Fotos: Majo Gil (@MajoPick / mjgil@pickandroll.net)
Crónica: Pablo Tosal (@pablotosal)
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