De atropello a la semifinal

Otra vez hubo dominio de Quilmes en el inicio del partido. En esta ocasión Baxley salió decidido a abrir el aro por arriba de la marca de Fisher dominando a su marcador y dándole a Quilmes la cuota de tranquilidad que siempre tiene cuando su goleador esta encendido. Era lógico que el foráneo buscara su revancha después de la magra participación del partido anterior.

El primer parcial fue para el cervecero que sacó 7 (14-7) para que Tulo Rivero tenga que pedir minuto. Nada le salía a Peñarol que seguía trabado en ofensiva y le agregaba una extrañeza: Campazzo perdiendo balones.

Después del minuto Peñarol salió mucho mejor y con triples de Sosa y Boccia anotó un parcial 9-0 para dar vuelta el juego (14-16). Maciel volvió a lastimar desde afuera (dos triples) y Quilmes tuvo un buen cierre de cuarto perdiendo por la mínima 18-19.

Para el segundo cuarto Campazzo quiso abrir la defensa con triples pero no tuvo puntería (0/3 en triples) y con Leiva en el poste bajo más un excelente ingreso de Axel Weigand (7 pts) Peñarol pudo abrir una pequeña distancia manejando por primera vez el juego (27-33) pero Quilmes volvió muy pronto al partido con un triple muy oportuno de Piñero.

Ese triple le devolvió la confianza al cervecero que en los últimos 3 minutos y medio del segundo cuarto hizo todo bien. Anotó con Baxley corriendo, un buen ingreso de Vildoza, otro triple más de Faca Piñero y un parcial que creció a 14-4 para cerrar el primer tiempo 41-37 arriba.

Para el equipo de Ramella había sido un primer tiempo muy redondo. Primero porque continuaba el asedio a Leo Gutiérrez que no podía lastimar con sus habituales bombas. La media cancha de Peñarol estaba desaparecida: Boccia 5 pts, Fisher 0 y Sosa 3 pts. Los 4 puntos de Gaby Fernández y los 7 de Weigand era la mejor noticia de un Peñarol que volvía a ver el partido como una gran cuesta arriba.

Además Quilmes había logrado destrabar a Baxley (13 en la primera mitad) y lo había acompañado con 5 triples (dos de Piñero, dos de Maciel y uno de Ortíz). La defensa de Peñarol había controlado todos los intentos de Quilmes de poner la bola cercana al canasto y el cervecero hasta se vio forzado a tirar todo de 5 metros o más. Pero la pintura rival lució impenetrable.

El tercer cuarto fue decisivo. Porque Quilmes tuvo el partido para quebrarlo, pero no pudo o no supo y Peñarol se aferró a sobrevivir 10 minutos que le fueron muy esquivos. Desde la defensa del pase controlaron a Campazzo que además lució errático (0/2 en dobles y 0/2 en triples en el segmento) Y cuando Facu quiso dar juego Vildoza lo anticipó dos veces para recuperar dos balones que iban deteriorando la confianza milrayitas.

Sucede que a cancha abierta y en velocidad Quilmes erró muchas opciones favorables para escaparse en el marcador. Cuando tuvo que facturar desde la línea entre Romero y Piñero erraron 5 de 6 tiros libres consecutivos. Peñarol solo podía jugar su juego estacionado encontrando la supervivencia en Leiva. En el poste bajo, Martín se volvió indetenible (11 puntos) para Ghersetti primero y luego para Romero. Porque Quilmes resolvió marcarlo prácticamente sin ayudas para no descuidar tiradores.

No obstante la falta de pases dos o tres movimientos de balón (cuando Peñarol recuperaba la memoria) terminaron con Boccia convirtiendo dobles bien cercanos al canasto. Algo que le daba a Peñarol un poco de esperanza. Pero Leiva cometió la 4 falta y el gran referente tuvo sentarse en el banco. Entonces la gran ayuda vino de las manos inesperadas de Gabriel Fernández. El pivote olímpico se abrió a la línea de tres sabiendo que sus marcadores entrarían en la doble marca de Boccia posteado con Baxley. Así facturó dos triples decisivos cuando su equipo peor la pasaba.

En definitiva entre Boccia, Leiva y Fernández construyeron un parcial de 23-17 ayudado por las propias impericias de Quilmes de definir sus ofensivas con ventajas. Una historia conocida por el cervecero: dominando en el desarrollo y perdiendo en el tanteador. Y sobre todo sin aprovechar una negra noche de Campazzo con el aro.

Quilmes sacó una pequeña ventaja en el inicio del último cuarto con Romero atacando a Gabriel Fernández hasta sacarle la quinta falta. Era el peor momento de Peñarol porque perdía 67-64 y Leiva tenía que volver condicionado por la 4ta falta al campo. Lo hizo al mismo tiempo que Leo Gutiérrez y otra vez la dupla lo hizo posible.

Lo que siguió fue una secuencia de Peñarol tan espectacular como contundente. Literalmente lo pasó por arriba a Quilmes cuando el cervecero tenía el partido bajo su control. Apareció Campazzo con su único triple en el partido (1/6) y fundamentalmente Franco Giorgetti.

El joven alero de Peñarol y la selección nacional se la pasó todo el partido entrando y saliendo de a dos minutos en un estricto juego de rol. Con Boccia de escolta y Weigand de alero Rivero resolvió un quinteto alto en el tercer cuarto pero cuando le dieron la oportunidad en el segmento final Franco fue determinante. En el futuro es otro chico que está llamado a ser un crack.

Y allí Peñarol dobló en energía a Quilmes. Todas las bolas divididas las peleó para ganarlas, tomó 5 rebotes ofensivos en un ratito (tenía 8 de promedio por partido en la serie) y Giorgetti se despachó con 12 puntos consecutivos para liquidar a su rival.

El cervecero se derrumbó con Baxley perdiendo el balón y terminó sin pivote buscando abrir la cancha con un tiro que nunca llegó. Peñarol lo pasó por arriba (literal) en solo 4 minutos.

Esa fue la constante de Quilmes en toda la serie. Ser prolijo, eficiente, dominar como equipo pero carente de un jugador distinto que lo pueda guiar a la victoria. El equipo de Ramella dio lo que tenía para dar, orden táctico y sacrificio. Y con eso le alcanzó para dominarlo e incluso reducirlo a Peñarol a puntos insospechados.

No obstante el equipo de Rivero contó con las herramientas individuales que marcan la diferencia. Sobre todo en un final cerrado. Hay jugadores que en los cierres se agrandan y esos son los Leiva, Gutiérrez, Campazzo, Boccia y queda claro que también Giorgetti.

Quilmes se diluyó en el cierre aunque siguió peleando. Peñarol destrabó con mucha intensidad defensiva y un iluminado Giorgetti un partido que lucía muy complicado. Le alcanzó el sacrificio y la inteligencia para meterse en la 8va semifinal consecutiva. Un logro que tiene ambición de más. Para el cervecero ya habrá tiempo de análisis, pero su campaña fue brillante y la cerró con una dignidad que seguramente muchos no imaginaron antes de la serie.

El estadio fue un hervidero sabiendo que ahora las victorias se festejan, valen, se gritan y gozan desde el primer punto al último. Un clásico recuperado, rejuvenecido y mejor que nunca tiene la ciudad y la Liga. Una fiesta única que no se ve en ningún deporte que se juegue bajo techo en la República Argentina tiene otra vez su magia especial.

Síntesis
Quilmes (70) : Fabián Sahdi 0, Walter Baxley 22, Federico Marín 8, Maximiliano Maciel 9, Mario Ghersetti 7 (FI) Tayavek Gallizzi 0, Facundo Piñero 10, Diego Romero 7, Luca Vildoza 4, Lucas Ortiz 3. Dt: Leandro Ramella

Peñarol (80): Facundo Campazzo 10, Forrest Fisher 0, Adrián Boccia 16, Leonardo Gutiérrez 7, Martín Leiva 15 (FI) Franco Giorgetti 12, Gabriel Fernández 10 (x), Isaac Sosa 3, Axel Weigand 7 (x), Matías Ibarra 0. Dt: Fernando Rivero.

Árbitros: Vito-Ramallo-Tarifeño
Parciales: 18-19, 41-37, 58-60, 70-80
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (Mar del Plata

Fotos: Majo Gil (@MajoPick / mjgil@pickandroll.net)
Crónica: Pablo Tosal (@pablotosal)
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